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a otro. Tumbando arbustos, algunas rocas y olvidándose de cualquier peligro que pudiera haber cerca de ella.
Dudaba encontrar un lugar dónde descansar, hasta que un lejano terreno verde, le indicó que podría haber una fuente de agua dónde poder descansar antes de reanudar el vuelo.

Normalmente el dragón dorado habría descendido y hacer las cosas más prácticas para evitar llamar demasiado la atención, pero asumió que al ser un lugar tan alejado de alguna zona poblada, que quizás estaría sola.

Dio un par de largos pasos que hicieron retumbar la tierra antes de sumergir las patas en el agua y agitar la cola para provocar un chapoteadero que bañara sus escamas. Se recostó de panza en el río provocando que el agua dejara de fluir un poco por su cauce natural, y se remojó por unos minutos más ahí.

Bebió agua y en su forma de Dragón, aprovechó para comer algunos salmones, agitó las alas y rugió al cielo. Era maravilloso, a eso llamaba libertad.

No se percató en absoluto de la presencia humana cercana al dragón, por el contrario, siguió jugueteando en el agua, agitando la cola de un l
*Una mañana fresca, clara y ardua resultó aquel día cuando le fue encomendada una labor que no podía obviar simplemente. Planeaba sobre el extenso terreno antes de llegar al mar. Había partido desde la madrugada para arribar temprano a los puertos dónde desembarcarían las nuevas naves navieras que arribaban con productos de otros continentes.

Era un camino largo, agotador, un viaje imposible para un humano común. Por eso era un dragón quien se había encaminado a dicha travesía. Aún faltaban dos días para llegar, y debía hacerlo antes, pues deseaba prevenir que los piratas y ladrones llegaran antes con desenlaces fatales.

Era cerca de medio día que decidió descender. El sol del medio día y en plena primavera era cruel con las criaturas debajo de él. Fue difícil encontrar una fuente de agua, de hecho casi todo el trayecto fue árido, caliente. Con fuertes remolinos que dificultaban la visión e impedían el avance del dragón en ciertos trayectos.
AsC1578214 · F
¡Era un dragón! Nadie había visto uno en los últimos años. El Haru anterior se habría avalanzado para llamar la atención de la bestia y tratar de domarla, pero ahora no contaba con la seguridad de sus poderes ni con el estado Avatar que lograba sacarlo de cada enredo. Era la primera vez que genuinamente temía por su vida y actuaba en consecuencia: escondiéndose. Sin dejar su sorpresa se deslizó entre los arbustos y asomó apenas su rostro con el fin de entender qué hacía un ser tan magnífico por ahí a la interperie.
AsC1578214 · F
De perecer el ciclo del Avatar se acabaría definitivamente. No habría oportunidad de recuperar a Raava y el mundo se consumiría en una era oscura sin fin... Todavía más oscura que la que él mismo había traído con el Loto Rojo. Plantando bien los pies sobre la tierra, realizó un movimiento que hizo temblar la tierra hasta conseguir arrancar un pedazo del suelo, mismo sobre el que estaba parado y que le sirvió como si fuese una tabla para deslizarse. Con ese nuevo vehículo improvisado, siguió recorriendo el terreno hasta que, por fin, escuchó con claridad el fluir del agua.

No pudo contener su emoción y movió las manos con más fuerza para catapultarse con velocidad hacia el sitio del sonido, encontrando el cristalino néctar que se bebió con tanta velocidad que casi terminó sumergiendo toda su cabeza para asegurarse de que era real mientras saciaba su sed. Una vez que tuvo suficiente alzó la vista y lo que encontró lo dejó atónito.

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AsC1578214 · F
Rindiendose ante la idea de poder conseguir descansar por el resto de la mañana, Haru retomó la caminata echándose encima del hombro la mochila con el saco de dormir y otros utensilios básicos para su supervivencia. Buscar un río era su objetivo pues el agua ya le era escasa tanto para beber como para lavarse la cara; jamás habría adivinado el trabajo que era percibir ese elemento cuando se era un no maestro o, en su caso, un maestro tierra únicamente. Su habilidad para manejar los cuatro elementos se había ido junto con Raava y, aunque sabía los movimientos, el enfoque y ya los había usado antes, sin el espíritu que lo hacía el Avatar era solamente un chico nacido en la República De Tierra.

Los minutos se hicieron horas y las horas formaron un medio día, trayendo consigo el calor abrasivo del sol en plena primavera. La garganta de Raiden ardía y sus labios se encontraban cuarteados y secos, pero no podía morir, se negaba rotundamente.

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AsC1578214 · F
Libro Fuego
"Redención"


[code]—Eres todo lo contrario a lo que deberías ser. Has causado dolor, caos e infundiste terror en el mundo. No mereces ser el Avatar, no mereces que te otorgue mi poder. Adiós, Raiden. [/code]

Su frente se encontraba empapada en aperlado sudor y su respiración era errática a la par de sus latidos; Raava lo había abandonado desde hacía ya una semana y la Orden del Loto Rojo ahora buscaba darle caza para terminar con su vida y asegurarse así de que no consiguiera volver a ser el Avatar. Haruka -aquel que siempre lo había tenido todo- se encontraba ahora con las manos vacías, siendo prófugo en el bosque y sin poder dormir merced a las terribles pesadillas. No era ni la mitad del ser poderoso que había sido; estaba perdido.

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