26-30, F
About Me About Me Notes
About Me
NOMBRE COMPLETO: HIJIRI BYAKUREN
APODOS: SANTA DEL LOTO BLANCO, FLOR DE LOTO.
GÉNERO: FEMENINO
RAZA: ANGEL Y DEMONIO
REINO: TENGOKU
Datos
۞ Edad real y aparente: Su edad real es desconocida... pero bien pasa por una joven de veintipocos años.
۞ Fiel a la corona | Rebelde | Indiferente: Indiferente
۞ Clase de Personaje: 信者 Shinja ♀
۞ Elemento: Luz
۞ Empleo:... Ama de casa y aprendiz.
۞ Objetivos en la vida:¿Qué más podría desear un ser como ella, que no fuera vivir una vida tranquila con la persona con quien está ahora? Es cierto que guarda recuerdos y sueños pasados, cosas que no revela ni siquiera a su maestro... sin embargo, quedando estos en el anonimato lo único que sigue es pasar el resto de sus días a lado de su superior, y hacer de su mundo un lugar mejor donde él pueda al fin sonreír.
Descripción Física
Quizás puedan ser muchos los adjetivos usados para procurar describir como es físicamente de pies a cabeza. Algunos podrían decir que es como una flor en medio de la nieve, otros que se trata de una doncella salida de una especie de cuento... todo depende de la perspectiva de los ojos que se posen en su persona. Se trata de una mujer... o mejor dicho, un demonio en forma de mujer que contradice todo lo supuestamente estipulado y estigmatizado sobre esta especie. Su talla a duras penas llega al 1.70 de estatura y pesa 59 kg con lo que, no resulta ni bajita ni escuálida, sin embargo a lado de otros seres más altos o fornidos, aunada la impresión de "fragilidad" que da puede aparentar ser una muchacha más menuda de lo que en realidad es. Esbelta como se manifiesta su figura y más aún con los vestidos tan discretos que acostumbra usar no permiten ver del todo los contornos de la misma, empero, la estrechez de su cintura y los atributos propios en una dama escasamente discernibles por ella pueden denotar el género al que pertenece.
Algo que bien podría de cierta forma contribuir a dicha sensación que inspira casi a la puerilidad cuando se le mira, es su cabello. Tan largo que le llega por debajo de la espalda, su textura por lo general es suave y definida en ligeros rizos que ayudan a disminuir visualmente un poco la extensión de tan peculiar cabellera. Digo, peculiar más a causa del color que de su extensión ya que se le puede adjudicar de exótica. Bicolor, de la raíz a la nuca su tono es púrpura, y si de por sí esto no es ya inusual el mismo va degradándose paulatinamente hasta asemejarse a un rubio trigo, curiosa pero no desagradable combinación. Por otro lado su piel es clara y tersa, exiguamente tocada por el astro sol aún en las manos, las cuales igual no se conservan tan cuidadas a comparación de su rostro en consecuencia de las labores diarias del hogar que comparte con su maestro, no obstante son delicadas y graciles como en realidad, toda ella lo sería. No es para menos. Si entramos más a detalles con su faz su tipo de cara es ovalada, asemejándose muy sutilmente a un corazón. De nariz respingada, labios delgados, mejillas tenuemente sonrosadas y un semblante noble, lo último que queda por destacar en su rostro son sus ojos grandes adoquinados de cejas delgadas y largas pestañas que permiten apreciar sus serenos iris color ámbar, tan cristalinos que dejan lugar si es que no te desvía la mirada demasiado rápido a adentrarse en el mar dorado de sus sentimientos, de su esencia misma ya que al final de cuentas, los orbes son una ventana al alma de casi cualquier persona.
Como punto final en cuanto a sus vestimentas no varían mucho, nunca se le ha visto con pantalones o blusas como otras chicas más audaces. Byakuren es una señora de casa y no de aventuras, siempre va con vestidos, kimonos o togas largas -estas ultimas para dormir-. Su favorito es un vestido negro y blanco, de cuello largo y longitud en general hasta los pies. Dividido en tres secciones verticales, las de los costados son oscuras mientras que la del centro es de un pulcro blanco, destacando en una falda amplia y ampulosa del mismo color inmaculado, solo adornado por los pliegues de tela negra que caen a sus costados y detrás de la misma. Las mangas de esta prenda son negras, desde donde termina el hombro hasta un tercio del brazo están fruncidas y ligeramente englobadas, para terminar después en una manga más ajustada que termina acampanada; los demás adornos son listones negros y blancos que se cruzan en el pecho y en los brazos. Puede usar una capa larga oscura por fuera y rojo obscuro por dentro, o en su defecto abrigos... mas por lo general con lo antes descrito le suele bastar. Su calzado consta en zapatos de piso, botas o sandalias para estar más cómoda por la casa, raras veces usa zapatillas... pues de todas formas todo lo que pueda proteger sus pies del suelo es cubierto por las faldas largas de sus vestidos.
Descripción Psicológica
Para poder empezar a comprender cómo es Byakuren en mente y alma, primero hay que despojarse de todo lo que se os haya dicho acerca de la quintaesencia perversa que poseen todos los demonios… ya que de no ser así, intentar leer las líneas que siguen, sería inútil. Pese a que su ser es antinatural y de condición demoníaca, ella rompe con esa toda lógica que según tendrían que seguir todos los renegados de los cielos. Lo mejor sería comenzar a pensar en dicha joven, como una humana atrapada en el cuerpo de una criatura mefistofélica. Solo a partir de ese punto es posible dar marcha a concebir la idea de que no todos los seres del inframundo son iguales, comenzando en este caso por ella.
Byakuren es una joven bastante modesta, de naturaleza tranquila e inclusive dadivosa, desentendida de cualquier lujo o ambición terrenal que pueda haber. Tan solo basta ver a sus ojos para encontrarse con lo innegable: Posee un corazón tan noble que es absurdo, pero a la vez tan real como su mismísima existencia. Es lo suficientemente paciente como para estar a lado de un témpano, servicial empedernida y mujer inevitablemente maternal, siempre se encuentra dispuesta a ayudar a los demás –y servir a su señor-, así como de proteger a aquellos que son importantes en su vida, o a aquellas almas infortunadas que lo necesitan. Benefactora, amable, educada, compasiva… aunque a veces ni ella misma sabría decir si esas son meras cualidades o defectos que únicamente le dejen más expuesta, a heridas peores que las físicas. Sabrían los cielos si un ser de semejante bondad ha sido un error o una anomalía, algo que jamás debió ser… o alguna bendición extraña para alguien en esta tierra; ¿Podría ser al hombre al que le ha dedicado los últimos años de su vida quizás? Algo que sin dudas ella desearía, aunque jamás se le haya demostrado ningún atisbo de esto.
Todo lo antes mencionado, en conjunto bien puede dar la impresión de una suma fragilidad. A final de cuentas, ¿Qué otra cosa podría ser la más fuerte y pura representación de la fragilidad que una dama o una virgen flor? Pero esto no quiere decir que peque de temerosa, menos que sea una mujer a la que se le dañe con facilidad. Su fuerza de voluntad es enorme, y su sentido de la justicia claro y firme a sus ideales y razón de ser. Si pasa ante sus ojos o a su conocimiento alguna iniquidad, no permitiría que tal injusticia sea llevada a cabo sin luchar por lo contrario. Y si no pudiera, ella buscaría incansablemente la forma de ser más fuerte y conseguirlo antes de rendirse, pues la esperanza es lo que al último perece. Una vez decidida a algo, es difícil que se le haga cambiar de opinión. Sea terquedad o simplemente un benigno y profundo anhelo, aún cuando las más dolorosas lágrimas sean arrancadas de sus orbes pocas cosas le harán tirar amargamente la toalla.
Ahora bien, ¿Qué hay de su maestro, aquél al que atiende con tanta dedicación día tras día de su vida? Le queda una gratitud eterna con él al haberle salvado de las fauces del olvido perpetuo… después de todo, ¿Con quién más podría quedarse en la faz de la tierra, más que con ese ser? Él le devolvió no solo a la vida, sino que le dio una razón a esta misma... junto a él. Había pasado demasiado tiempo de todas formas para que la dama quisiera recuperar la vida que antaño hubiera tenido. En un mar de confusión, tomar la mano gélida de aquél hombre de azules cabellos fue su única opción. Y no podría estar más agradecida por ello.
Historia
“Realmente no hayo un punto fijo en donde comenzar la historia. El pasado no parece tener importancia ahora en esta nueva vida… pero aún así yo no puedo hacer más que conservarlo, pues a pesar de que solo me queda el recuerdo de este, jamás podría olvidarlo. No fue mi vida, fueron las vidas que se cruzaron en la mía las que le dieron razón de ser”.
¡Claro que alguna vez fue mortal! ¿De qué manera entonces, un ser de su naturaleza podría ser tan piadoso como lo es ella? Sin embargo, muy atrás quedarían aquellos días en piel de humana… tan distantes como una estrella y tan disipados como el humo. Entonces, ¿Por dónde empezar si los recuerdos cada vez son más vagos? ¿Cómo poder contar con certeza algo que ha quedado cada vez más bajo el augurio latente del olvido? Bien… un esfuerzo por describir los hechos que le han llevado a su actual situación entonces no caería mal.
Su infancia fue como la de cualquier otra pequeña en una humilde familia, aún considerando que vivieran en una aldea donde leyendas de youkais (demonios) y encuentros con estos seres atormentaran de cuando en cuando dicha comunidad. Se crió junto a su hermano menor, de nombre Myouren. Al crecer ambos no tardarían mucho para encontrar el camino que querían seguir con más devoción que cualquier otro, una doctrina ascética ni más ni menos. Ambos se volvieron monjes budistas para servir y proteger a la gente de su pueblo en contra de las malignas entidades que amenazaban la seguridad y las vidas de su gente. Sus propósitos eran nobles, de ello no quedaba duda… aunque, nunca uno se dará cuenta del otro lado de la moneda hasta que pueda verlo con sus propios ojos.
Los años pasaron y ellos cada vez se volvían más fuertes, aprendían nuevas formas de combatir contra demonios y la magia que fluía por sus venas era poco a poco más poderosa; no obstante, por ningún motivo usaron esto en beneficio propio. Siempre siguieron una senda honesta de servidumbre para con su prójimo con la más desinteresada de las bondades, y ni aún con la muerte de su joven hermano, Byakuren desistiría de continuar con la vocación que ambos habían elegido… pero algo cambió: Conoció el temor a la muerte y por primera vez, dirigió sus conocimientos y sus dones a una búsqueda más personal, la eterna juventud como alternativa y salvación a este final.
“Ante la fragilidad y la efímera realidad de la vida,
si alguien tiene la posibilidad de obtener la existencia eterna…
¿Por qué declinarla?”
Ella estuvo dispuesta a ofrecer cualquier cosa, quizá pecando de egoísta… ¿Pero que le quedaba ahora que ya no tenía a su compañero junto a ella? La promesa que hizo a este antes de fallecer fue seguir auxiliando al desamparado y al que peligraba, tan solo pensó en su ingenuidad que volviéndose más fuerte podría lograrlo de verdad. Lo difícil no era realmente conseguir lo que deseaba, sino lo que tendría que dar a cambio de ello… y si bien gracias a su poder fue que se hizo de aquello que tanto buscó con el pánico a la muerte tras de si, el precio que pagó fue su condición de por medio. Se convirtió en uno de esos seres a los que en el principio cazó y no hubo marcha atrás, aunque eso no fue motivo para cambiar su humanidad y su rumbo pues, al final de cuentas lo había hecho para proteger a los humanos, ¿O no?
Continuaría entonces con su deber con todavía más resolución que antes… lo que no esperaba es que con el tiempo, las experiencias y con los propios monstruos que ella cazaba se daría cuenta de muchas cosas; una de las principales era que los demonios también sufrían por los exterminios, que el alimentarse de los mortales era su forma de sobrevivir tal como un animal salvaje haría. Ellos eran como niños huérfanos, indefensos, llorando impotentes bajo su maldición, rabiando y haciendo mal no por desearlo, sino por llamar la atención como una muestra de rebeldía a lo que les ha sido impuesto; es más, ¿Realmente habrían querido ser lo que eran? Byakuren tuvo posibilidad de elegir… ¿Pero ellos? Los perjuicios que cometían a ajenos eran para la mayoría una forma de rogar ayuda inconscientemente. Fue allí que, sin la venda sobre sus benevolentes ojos empezaría a amparar a ambas especies, anhelando con el tiempo poder lograr que estas dos razas convivieran en armonía en un futuro. Algo utópico, eso es claro.
En los acontecimientos siguientes, algunos de los youkais a los que socorrió se unirían a su causa y le acompañarían en sus aventuras no solo como aliadas, sino como compañeras y amigas. Con ellas volvería a tener una familia que a pesar de no poseer la misma sangre, si tendrían los mismos ideales y la estima mutua por todas y cada una en el equipo. Fueron tiempos muy felices y serenos… empero, estos sí no podrían durar perpetuamente como la joven apariencia de la monja.
Frente a la nueva forma de pensar de su benefactora, aunado a la raza a la que se hizo lugar serían suficientes para sembrar una desconfianza tal, que las propias personas a las que hubiera protegido en un pasado se volvieron contra ella y sus seguidoras.
¿Resentimiento? ¿Rencor? Byakuren estaba dolida en muchos aspectos, no sabía si dolía más la traición o el que sus camaradas estaban inmiscuidas más que nadie. En dicha situación no podían huir, pero sí defenderse y con creces, aún si eso significaba matar… aunque eso no era lo que ni ella ni las demás querían. Con ese impedimento es que fueron selladas en un lugar ahora ya olvidado por el mundo, muy lejos unas de otras para que aunque se liberaran, no pudieran hallarse. Ese fue el fin de los días dichosos entre todas, porque lo que sobrevendría era la inconsciencia en el mundo terrenal, cual esfinge de piedra y sueños rotos. Para colmo, tras su aparente “ deceso”, además de dársele por muerta para el resto del mundo, fue técnica –e hipócritamente- canonizada, dando con ello punto final a la historia…
“Ve y dile al mundo, que todavía estoy aquí.
Nunca volé, jamás morí… solo caí.”
Incontables años, décadas, quizá hasta siglos han transcurrido de aquél entonces, nadie sabe a ciencia cierta cuanto tiempo ha sido que aquella doncella permaneció bajo el yugo del síncope, debajo de yernas tierras y condenada a ser una durmiente eterna. Tampoco se conoce si fue destino o mera casualidad… no obstante, alguien, como llamado por la helada brisa liberó a la dama de su prisión. Era obvio que la mujer no reaccionaría a su favor de buenas a primeras... sin embargo, ¿Con quién más podría ir? ¿Qué podría hacer? Estaba sola, el mundo era ajeno a ella habiendo pasado eones, no tenía nada, ni a nadie… por lo que decidió seguir y servir a esa persona, su superior y maestro Prometheus von Merisi. Mucho más no hay que destacar, ambos viajaron en busca de un lugar donde establecerse y ese lugar fue la nación oriental de Amaranth donde actualmente residen. Ella ha abandonado su pasado y sus sueños originales quizá en esa misma cárcel de hielo que han dejado atrás… pero su corazón sin duda sigue siendo el mismo, incambiable aún si es que pasaran milenios, o al menos eso es lo que se cree.