~ Bankotsu. Y en su pensamiento jamás imaginó que ese contacto sucedería. Pero sucedió, y fue tan fuerte para su corazón que dejó de respirar unos segundos. Aún así se refugió en el Shichinintai, suspirando dulce y cortadamente contra su pecho; a pesar de la guerra contra la lógica y el sentido común, con su abrazo todo pareció más claro.- No me sueltes...
-A Kagome no le gustaba llorar ni demostrar sus debilidades. Pero no podía hacer mucho: su corazón confundido era sensible y sucedía que a veces, como esa, se encontraba a sí misma llorando lejos de Inuyasha y el grupo. Ya no sabía qué sentía: lo de Inuyasha cada vez moría más, la búsqueda de las perlas estaba detenida y, muy para su culpa y vergüenza, tenía sentimientos encontrados hacia el Líder de los Shichinintai. Cosa que sus compañeros de viaje ya habían notado. Y en esas estaba, clareando su pensamiento, cuando sintió la cercanía del mismísimo ~
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— ¿Por qué estaba sujetándola de esa forma tan imperdonable para un Guerrero fiel a la muerte?, Bajó la mirada bufando con resignación, ¿Cuándo sucumbió ante la pequeña lluvia de lágrimas de la Miko?, se maldijo por titubear así como la maldijo a ella por hacerlo ceder. Sacudió la cabeza y se aferró a la figura de la fémina de un modo que no sabía ni quería explicar; Simple empatía. Fue así como se justificó.—
