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Hellcrawler · 26-30, M
Cegado, desenfrenado por la ira y la discordia, rodó sobre el piso del baño, buscando una cobertura decente frente a ese muro de concreto y azulejos negros con blanco. Era imposible huir de una forma convencional, el fuego cruzado de subfusiles alemanes eran la receta perfecta para cocer a cualquier ser vivo en un espacio cerrado, esto predecible por los sonidos de los silenciadores calentándose, y los casquillos de las balas lloviendo sobre el tapete manchado anteriormente también, por sangre de la jovenzuela.
— Carajo. — En voz baja, Charlie hizo enmudecer labios.
Esa era la dualidad entre el demonio dentro suyo, y su persona, su humanidad aún débil, llena y concebida por una carne tan sucia como sus manos cubiertas de ahora, vidrios reventados en el espejo. De repente los disparos frenaron, no se oía ni un alma, más que los hombres encapuchados dispersando cargadores al suelo, no tenían aparentemente una ronda de espacio o tiempo. Charles hizo sus cálculos, tomó un cristal.
— Carajo. — En voz baja, Charlie hizo enmudecer labios.
Esa era la dualidad entre el demonio dentro suyo, y su persona, su humanidad aún débil, llena y concebida por una carne tan sucia como sus manos cubiertas de ahora, vidrios reventados en el espejo. De repente los disparos frenaron, no se oía ni un alma, más que los hombres encapuchados dispersando cargadores al suelo, no tenían aparentemente una ronda de espacio o tiempo. Charles hizo sus cálculos, tomó un cristal.
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