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Fué aquella vez, la primera en la que durmió realmente solo. Entumió sus pies, adormeció sus dedos, y rindió tributo a la noche, con el letrero más brillante y despampanante a sus dolidos ojos. Sintió el abandono, el aferro, la primera perdición de Dios en el horrido estruendo del ventanal, y el principio de la sequía de sus labios, esa que terminó por carcomer la piel descaparelada en su entraña más suave.
 
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Hellcrawler · 26-30, M
Charlie observó a la mujer. Después regresó sus manos hacia su cabeza, jaló el cabello. Había perdido su cordura, había abandonado toda razón de ser, hasta que una voz, tosca y atronadora, brilló como un palmo sobre su hombro, para susurrarle entre deseos y caricias, un agravio tan fuerte cómo lo cometido.

— Escucha, Charlie ,— Dijo la voz.

— ¿Quién eres, qué quieres? ,— Replicó el agente.

— Soy Azkeel, quién posee tu cuerpo ,— Se presentó.

Charlie tan pronto cómo escuchó aquel nombre demoniaco, se derrumbó en el suelo, parecía buscar algo; Revolvió sus pantalones, revolvió un pastillero, arrojó sus zapatos al otro lado de la habitación, y un impacto de repente hizo quebrar su movilidad. Cayó de rodillas.

— Charlie, tú fuiste asesinado aquella noche ,— Explicó Azkeel.

— ¿C-cómo? ,— Temeroso, preguntó.

— Te estoy dando la oportunidad de vivir. ,— El demonio pausó unos segundos, dándole dramatismo a la escena.— Pero has de cumplir, y servir a mis méri
 
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