La primera vez que conocí a Azkeel, me pregunté por su antagonista, por su hermano, y por sus motivaciones. Desde que invadió mi cuerpo en 1533, siendo yo un príncipe de la realeza, no se deshizo de mí; En cambio, profirió el amor, y entrelazó un vínculo que llevamos durante siglos... Hasta que lo conoció a él.
Aún recuerdo cuando mi cadáver se volvió polvo una vez deshizo el trato genuino que teníamos piel con piel... Salió de mí como un huracán y terminó por profanar a ese fuerte detective, ¿Charles Moltisanti? No, ahora era Azkeel, su nueva cara, su nuevo rostro, el maldito infeliz que acabó con mi vida, ahora damnificaba a un ser moderno, lleno de problemáticas mentales, y un pasado atronador. ¿Yo? Yo ahora descansaré, pero entre las vísperas del cielo o el infierno, el limbo, aguardaré oscilante mi venganza; Mataré a Azkeel, tenga que ser por mis propios medios, o con ayuda.
