22-25, M
Pirata mediterráneo del Viejo Clan Tzimisce.
About Me About Me NotesAbout Me
«Helios es tanto esclavo como pirata, por lo tanto, es una persona que comulga en una vida rodeada de pecados y violencia. Pese a su carácter diplomático, es una persona profundamente preparada para la crueldad. En la época en la que vive la idea de paz y libertad son tan efímeras como la calma en el mar.
«Tiene grandes conocimientos en las artes del combate, y puede ser considerado un jenízaro en atavíos de pirata, dado que su antiguo amo conformaba aquellas filas de elite. Es especialista en el uso de los sables, los cuales combina la costumbre por la esgrima italiana, así mismo, tiene una puntería digna de un artillero con las avanzadas armas otomanas.
«Al pertenecer a una antigua familia italiana es que domina la etiqueta, la diplomacia y el sutil arte de la nobleza. Domina el sicano, el latín, el griego y gran parte de las antiguas variaciones del alemán, francés, catalán, occitano, franco-provenzal, esloveno, arbëreshë, griko, sardo y friulano. Así mismo, conoce bien las lenguas eslavas, altaicas y túrquicas. Tiene una facilidad sobrehumana para comprender el habla ajeno, cosa que puede incluso implementarse en animales o seres ajenos a la propia humanidad.
[code]Cuando el amo Aruj le llamó en buen momento, permitió que a la luz del día se expusiera su más fiel esclavo. A diferencia de sus compañeros de condición, Helios no era ni musulmán ni otomano, sino de piel blanca. Alto, con rasgos finos, de ojos que en su claridad no se permitía acusarlos de otra cosa que pantanoso celeste, su rostro era aristocrático, pero en su mirada se mantenía una fuerte señal de un tormentoso pasado. Vestía con la elegancia de un esclavo “con cadena de oro”, como solían llamar a los protegidos del Almirante; esa casaca de terciopelo marrón con botones de bronce, ceñida siempre a sus costados y de donde se exponía la cimitarra enfundada, terminada en un pomo de plata. En la bandolera portaba una magnífica espada extra, y en su cabeza de rubios cabellos un sombrero de paja que parecía pertenecer al nuevo territorio que se encontraban invadiendo, pues se lo había robado a un pobre campesino que les contempló llegar clandestinamente al territorio de la Moldavia. Según se tenía entendido, ningún baluarte o convoy de mal hombres había logrado avanzar entre los infames territorios carentes de vida de estos reinos. La mayoría porque carecían de la picaresca del amo Aruj, que había infiltrado a su hueste pirata utilizando un navío robado y olvidado por parte de los rumanos, lo permitió infiltrarse en territorio enemigo hace tan solo un día. Y cuando el viejo pirata llamó a su esclavo, fue para señalarle que la masacre había comenzado.
Helios entró en escena con su usual silencio, pues pese a tener grandes dotes de conversador, la escena le ponía sus cabellos de punta, pues lo que tenía su jefe de astuto lo tenía de sádico, y tras haber perdido a parte de su familia en los mares por culpa de la resistencia eslava, se había convertido en un cruel justiciero.[/code]
«Tiene grandes conocimientos en las artes del combate, y puede ser considerado un jenízaro en atavíos de pirata, dado que su antiguo amo conformaba aquellas filas de elite. Es especialista en el uso de los sables, los cuales combina la costumbre por la esgrima italiana, así mismo, tiene una puntería digna de un artillero con las avanzadas armas otomanas.
«Al pertenecer a una antigua familia italiana es que domina la etiqueta, la diplomacia y el sutil arte de la nobleza. Domina el sicano, el latín, el griego y gran parte de las antiguas variaciones del alemán, francés, catalán, occitano, franco-provenzal, esloveno, arbëreshë, griko, sardo y friulano. Así mismo, conoce bien las lenguas eslavas, altaicas y túrquicas. Tiene una facilidad sobrehumana para comprender el habla ajeno, cosa que puede incluso implementarse en animales o seres ajenos a la propia humanidad.
[code]Cuando el amo Aruj le llamó en buen momento, permitió que a la luz del día se expusiera su más fiel esclavo. A diferencia de sus compañeros de condición, Helios no era ni musulmán ni otomano, sino de piel blanca. Alto, con rasgos finos, de ojos que en su claridad no se permitía acusarlos de otra cosa que pantanoso celeste, su rostro era aristocrático, pero en su mirada se mantenía una fuerte señal de un tormentoso pasado. Vestía con la elegancia de un esclavo “con cadena de oro”, como solían llamar a los protegidos del Almirante; esa casaca de terciopelo marrón con botones de bronce, ceñida siempre a sus costados y de donde se exponía la cimitarra enfundada, terminada en un pomo de plata. En la bandolera portaba una magnífica espada extra, y en su cabeza de rubios cabellos un sombrero de paja que parecía pertenecer al nuevo territorio que se encontraban invadiendo, pues se lo había robado a un pobre campesino que les contempló llegar clandestinamente al territorio de la Moldavia. Según se tenía entendido, ningún baluarte o convoy de mal hombres había logrado avanzar entre los infames territorios carentes de vida de estos reinos. La mayoría porque carecían de la picaresca del amo Aruj, que había infiltrado a su hueste pirata utilizando un navío robado y olvidado por parte de los rumanos, lo permitió infiltrarse en territorio enemigo hace tan solo un día. Y cuando el viejo pirata llamó a su esclavo, fue para señalarle que la masacre había comenzado.
Helios entró en escena con su usual silencio, pues pese a tener grandes dotes de conversador, la escena le ponía sus cabellos de punta, pues lo que tenía su jefe de astuto lo tenía de sádico, y tras haber perdido a parte de su familia en los mares por culpa de la resistencia eslava, se había convertido en un cruel justiciero.[/code]