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HelgeEinar · M
“Diminuto en tamaño, grande en espíritu, oh viajero ¿Qué te trae a este bosque? La aventura o la desventura, la alegría o la tristeza, dime tu, viajero ¿Qué quieres de nosotros?”
El bosque calló su canto, el viento cesó su sople, todos expectantes, el silencio absoluto. Los bigotes y las barbas del dragón se mecían casi imperceptibles, movidos apenas por el efímero aliento que expelía de tanto en tanto. El amo de la tierra y las plantas aguardaba paciente. Si era codicia su respuesta, atacaría; si era ofrenda, la recibiría; si eran preguntas, las respondería; si deseaba quedarse, lo echaría. En ese bosque se había llevado a cabo un pacto el día en que llovió sangre y fuego: La última batalla no daba tregua a nuevos transeúntes, nadie ajeno al bosque podría tomar como propiedad sus tierras. [...]
El bosque calló su canto, el viento cesó su sople, todos expectantes, el silencio absoluto. Los bigotes y las barbas del dragón se mecían casi imperceptibles, movidos apenas por el efímero aliento que expelía de tanto en tanto. El amo de la tierra y las plantas aguardaba paciente. Si era codicia su respuesta, atacaría; si era ofrenda, la recibiría; si eran preguntas, las respondería; si deseaba quedarse, lo echaría. En ese bosque se había llevado a cabo un pacto el día en que llovió sangre y fuego: La última batalla no daba tregua a nuevos transeúntes, nadie ajeno al bosque podría tomar como propiedad sus tierras. [...]
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