Una sonrisa tan llamativa como el fuego en medio de la oscuridad surcó los labios del castaño, quien como sí nada podía visitar el abismo como sí fuese algo normal. Allí de pie sobre ese piso adornado como un ajedrez dio un par de pasos haciendo sonar la fría porcelana con el toque de sus extraños zapatos con figura de lego, se aproximo lo suficiente a la hermosa Voluntad del Abismo para dedicarle una mirada cargada de alegría.
─ Mi Reina Blanca, cuanta alegría me causa verte. El tiempo ha sido bueno para ambos y tú te mantienes tan hermosa como siempre─ Halagó a la única mujer que importaba tratar bien.