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Yuki2104 · F
Había cierta sensación de ternura que le causó aquella expresión del joven albino, cuando repitió para sí, el nombre de la bebida. Intentó en la medida de lo posible sonreír en reacción y desvió de nuevo la mirada a la taza, que aún rodeaba con los dedos de ambas manos. Había algo, quizás erróneamente asumido, que podía tomarse esos cinco minutos como se lo solicitó al joven instantes antes, por lo que intentó guardar la calma, relajarse un poco para poder beber su café, igual no podía dejar de lado, la idea de sugerirle, cuando aquella silenciosa comunicación terminara, ir a algún lugar aislado para evitar herir a algunos inocentes.

"No he venido a matarte" contestó él y una sensación de alivio recorrió su cuerpo desde la coronilla hasta la columna vertebral, culminando en un disimulado suspiro y aunque se esforzó en ocultar, un pequeño temblor a causa de la adrenalina que había recorrido su ser a una velocidad estrepitosa, por lo que ni siquiera le importó el comentario y mucho menos entendió la corrección que lanzara momentos después.

Se mantuvo serena y despacio, alzó la taza entre sus dedos y la acercó de nuevo a sus labios para dar otro sorbo. Se tomó unos segundos para hacerlo, segundos que podrían haber parecido incluso minutos, largos y tortuosos, antes de apartar la porcelana y sin apartar la mirada de la taza que descendía hacia el platito del mismo material, mientras aquel varón expresaba los motivos para haber entrado a un lugar abarrotado de gente, dónde sabía perfectamente se encontraría con un demonio.

La comparación con un humano sin duda le golpeó las entrañas, aunque no fue a modo de molestia, sino de melancolía, cuando en otros tiempos, también lo fue. Cuando vivía en una cabaña en un apartado lugar, a las faldas de una colina.

—Ya veo… —Musitó con calma, mientras deslizaba el dedo pulgar sobre el borde de su taza —Dicen que en esta vida, todos tenemos un gemelo. Seguramente por ahí, entre toda esa gente, esté el tuyo. —Y entonces alzó la vista y la posó sobre la ajena. Sonreía con levedad, demostrando un cansancio que no había mostrado cuando habló con él en primera instancia para solicitar un pequeño tiempo de gracia. No se atrevería a confirmar o desmentir si acaso ella era esa humana. No lo conocía y mucho menos sabía sus intenciones, al menos confiaba en que respetara los minutos que había solicitado, aunque el tiempo parecía ir demasiado rápido pues apenas se dio cuenta, ya habían pasado tres minutos.

—Supongo que si me levanto de mi asiento y salgo por esa puerta, podré irme "en paz" ¿no? —musitó ella, para confirmar aquella duda.