** eso es bueno —

Cerró los ojos al notar la mano de Haniel reacomodando su cabello. Escuchaba su voz, que era calma, le hacía sentirse tranquila a aplacando incluso a los escandalosos pensamientos en su cabeza. Asintió despacio, concediendo su permiso para que preguntara. —¿Qué si soy feliz? — abrió los ojos de inmediato, para mirar con extrañeza al serafín, sorprendida por aquella pregunta. Sostuvo la piedra dentro de su mano y colocó las manos bajo su cabeza, haciéndose una “almohada” con estas. ¿Desde cuando a los ángeles les preocupaba la felicidad de un demonio? — ¿Por qué no debería de serlo? —aunque sabía muy dentro de si, que la felicidad no existía para alguien como ella, que tras haber renunciado a su humanidad y haber renegado contra el creador, se había condenado para siempre a la misma soledad.— Puedo hacer lo que quiera, ir a donde quiera… —su expresión era alegre, sin embargo su voz denotaba que fingía completamente esta aparente felicidad —soy resistente y no puedo morir de vejez… eso e

Alzó un poco las cejas al oírla hablando ado de su sonrisa, ¿por qué aquellas palabras lo hacían sentir tan bien? Ella era mágica, definitivamente. No solamente por ser una demonio, tenía un modo genuino de brindar calor a los corazones fríos. — Intentaré... — Murmuró en voz baja y se detuvo antes de cometer algún tipo de indiscreción que rompiera el momento y lo tornará incómodo. Dejó que lo tocara - era la primera vez que lo hacía - y soltó poco a poco el amuleto. — Yuki... Quiero saber algo. — Un fino cabello de la fémina estaba des acomodado así que estiró su mano libre y lo acomodó con toda la suavidad y adoración posible, estaba endiosado por ella. — ¿Eres feliz?

Alzó ambas cejas, ante el obsequio que Haniel le ofrecía. Desvió la vista a la roca. Aquel gesto le causaba una sensación cálida, nostálgica, como si la hubiese vivido antes, con alguien más. Se colocó entonces de lado sobre el suelo para mirarle — Deberías sonreír más. Te sienta mejor que esa expresión lúgubre que siempre tienes… — y entonces, guio su mano a la de él, para sostener el obsequio nuevo entre sus dedos, pero envolviendo también la mano del serafín, dando un ligero y cariñoso apretón con esta y dedicándole una sonrisa —Gracias. —

— Conque eso era... — Tomó el amuleto de vuelta y lo observó un par de segundos más hasta que se percató de la sonrisa que Yuki mostraba, de inmediato se vio devolviendo el gesto con uno igual que hacía décadas no esbozaba. Una idea invadió su mente de pronto, ¿y si era eso? Quizá estaban destinados y Sora únicamente había sido un puente entre ambos para que pudieran encontrarse algún día. Quizá la muerte de su mejor amigo no era la culminación de la felicidad en la vida de Yuki. Se permitió paladear la idea hasta tragarla y creerla por completo; como muestra de un compromiso silencioso para con la pelirroja, le ofreció el amuleto y en voz baja dijo: — Por favor, quédatelo.

—Destino... —susurró ella mientras volvía su atención a la roca. Deslizó la yema del pulgar sobre el tallado, que parecía el techo de una pequeña casita y dos símbolos más debajo, guareciéndose debajo de ese "techo"—Es japonés...—y se lo devolvió al serafín, dedicándole una sonrisa afable, orgullosa de haberle ayudado a descifrar el símbolo en la roca.-

Ni siquiera se molestaba en fingir que no prestaba más atención a cada facción de la fémina que a su cachivache ya que, al ser un ángel, estaba obligado a decir la verdad y a no falsear sus actos. Por suerte la concentración de Yuki estaba puesta en el objeto que movía entre sus dedos; al escucharla y notar que lo veía, llevó con pesar su mirada hasta lo que ella le señalaba, realmente podía mirar a la fémina por horas y no cansarse. — Me había percatado pero sinceramente no le di la suficiente atención. ¿Reconoces qué es?

—A ver...—Lentamente y con una expresión totalmente calmada pero con la curiosidad brillando en sus ojos, la pelirroja guió su mano a sostener aquel objeto entre los dedos con sumo cuidado. Lo giró entre las yemas, lo cercó más a su rostro y lo frotó con cuidado con los dedos de su otra mano, para probar su resistencia.—Es extraño...—Dijo ella mientras ladeaba de nuevo el rostro para observar al serafín. —Parece una simple roca, pero tiene un tallado bastante peculiar... —se acercó más a Haniel, con la intención de señalarle aquel grabado con el dedo.— Aquí... ¿Ves?—

— Sinceramente, no lo sé. — Tras decir aquello volteó a ver a la pelirroja, recostado su rostro de costado. Sonrió levemente al tenerla tan cerca pues nunca habían estado así. — Lo recogí cuando bajé por primera vez. Parece un amuleto... — Se lo ofreció para que ella pudiera observarlo mejor.

¿Que es eso?

-sin esperar respuesta, se recostó también en el suelo para observar mejor aquel objeto-