Off: - No te preocupes seguro vamos a tener una buena convivencia en ambas "vidas" Claro que si, aqui te lo dejo.
On: -una persona de contextura delgada esta sobre el balcón de su habitacion con una rosa roja en su mano diestra jugando con aquella rosa mientras sobre sus labios finos y delgados se encontraba una sonrisa hermosa. Tiene cabello gris como la plata cual llega mas bajo de su cintura y tiene ojos de color amarillo. Mientras gira la rosa unas vezes entre sus delgados y suaves dedos un viento fuerte sopla la rosa de entre sus dedos y la rosa se aterriza en el calle delante de tus pies-
Perdon, es mi rosa no era mi intencion molestarla.
Out. Ya que he sido yo quien ha enviado la solicitud, con gusto daré inicio.
El día había transcurrido más rápido de lo esperado, el sol se había ocultado dejando tras de sí un bello crepúsculo cuyos tonos naranjas y rojizos daban cierto toque especial a la luna que poco a poco se asomaba para apoderarse de los cielos, las estrellas comenzaban a titilar haciendo del paisaje algo inusual para la congestionada ciudad y una que otra nube se paseaba de vez en cuando por en frente del blanquecino astro. A un par de horas de la ruidosa civilización se hallaba una modesta mansión, el amo y señor de la misma había tenido que realizar un viaje que dadas las circunstancias exigía ser sin compañía de su fiel sirviente conocido como 'Raven', un caballero de azabache cabellera a la altura de los hombros que había jurado lealtad al rubio desde casi su infancia; aquel silencioso joven había tenido que quedarse solo en la inmensa mansión que con los días se había vuelto bastante monótona, ya había leído todos los libros de la enorme colección antigua de Oz, había escuchado varios de sus discos favoritos una y otra vez, había recorrido los pasillos admirando las exclusivas pinturas que los adornaban y sin embargo, se sentía bastante aburrido como para continuar encerrado en dicha morada.
Se puso de pie del sillón en frente de la chimenea y encaminó los pasos hacia su habitación, su vestimenta no era más que una camisa blanca con una antigua corbata atada en el cuello y unos pantalones y zapatillas oscuros así que en cuanto abrió la puerta tomó el largo abrigo negro que poseía varias decoraciones de la era victoriana, tomó un sombrero negro con la diestra y revisó que la pistola estuviese como siempre en el estuche atado a la pierna derecha.
—Hmp...
Suspiró mientras se dirigía a la puerta y extraía un cigarro de la cajetilla que solía guardar en el bolsillo interno del abrigo, posó sus ambarinos orbes sobre la llamativa luna y al cerrar la puerta encendió su pequeña dosis de nicotina para así comenzar con el improvisado paseo a través del bosque que se extendía ante sus ojos.
