Levantó los brazos al ver cómo la mujer se acomodaba sin permiso de nadie sobre él. Soltó un ligero resoplido y se mantuvo con los brazos elevados por un momento viéndola desde arriba. Con cuidado bajó por fin las extremidades y posó la mano derecha en uno de los hombros ajenos y la izquierda sobre su cabello, usando el pulgar y el índice para rascar suavemente una de esas orejas animales. -Solo no te acostumbres a usarme de cojín o almohada, Blanca.- Dijo con calma y cierto tono cínico acompañando su torcida sonrisa.
- ¡Nyanji es impresionante! - Sonreía entusiasmada la felina al notar la agilidad del rubio a pesar de ser un simple "humano", cuidadosamente se acerco a gatas hasta el para poder acomodar la parte superior de su cuerpo sobre las piernas ajenas mientras un suave ronroneo se escapaba de entre sus rosados labios.
Avanzó un veloz paso en dirección a la cama, con toda la apariencia de arrojarse encima de aquel mueble y, por consiguiente, de aquel curvilíneo cuerpo. Sin embargo, cuando empezó a dar el siguiente paso su sonrisa se acrecentó y todo su cuerpo dio un repentino giro en vertical en su sitio hacia adelante, en una extraña pirueta que terminó con él saltando por encima de toda la cama y aterrizando al costado izquierdo de donde se encontraba la cabeza de la felina. Con las manos en el bolsillo se dejó caer sobre el suelo, de piernas cruzadas y extendidas hacia adelante, solo para reposar la nuca sobre el borde de la cama, a menos de 30 centímetros de la mujer. --Ah, sí tienes razón, es muy cómodo.- Comentó libremente con los ojos cerrados y la enigmática sonrisa en sus labios.
- Es muy cómoda Nya, es suave y de bonito color - La felina reposaba de manera perezosa, sus brazos se estiraban hacia enfrente mientras su cuerpo se arqueaba hacia el lado contrario elevando sus caderas cual gato que recién esta despertando.