—Suelta un gritillo que termina convirtiéndose en una risita cuando le golpea el trasero. Y en lo que el payaso sigue divagando, aprovecha que lo tiene donde quiere, para seguir restregándosele, esta vez más directamente contra la pelvis, con contoneos lentos y circulares, pero cada vez más intensos.—Siempre debe quedar algo, bomboncito, Batsy debe saber que sea él... pero debemos dejarle pistas. —Después de ese "honk", la rubia se abraza a su cuello y se inclina a lamer el labial barato y rojo que delinea los labios de su amor, repasando una que otra cicatriz que la guía hasta una de sus comisuras.— Siempre disfrutas de darle el gusto de hacerse el detective. —Le recordó en un susurro, ahora lamiéndole esa dentadura amarillenta con la punta de su lengüita.— ¡Debería! ¿Cierto? Ya le dije que ese mohawk era estúpido y daba pena ajena, me daban ganas de cortarle ese cabello feo con todo y cabeza, ¿habría sido un buen trofeo, pastelito? ¡Yo sé que sí!