Hablas de ellos como si los conocieras. —Achicó los ojos con suspicacia, al escuchar la respuesta que verdaderamente le interesaba —aquella sobre su amado Thori— estuvo por forzar una sonrisa, dar la media vuelta y desaparecerse, pero, ah, cómo apretó puños y mandíbula.— ¿Acaso has estado deambulando entre los midgardianos mientras nadie se da cuenta? Sientes tanta fascinación por este Reino como Thor (a quien, lastimosamente, no convertí en un perro. Pero puedo contarte todas las veces que lo apuñalé de niños). ¿Habrá tenido Odín alguna aventurilla sexual con alguna mujer de estas tierras? Casi pareciera que sus dos hijos heredaron ese gusto. —Rió con sorna, agitando su mano, despidiéndose de la Diosa de la Muerte.—