¿Los Vengadores no son midgardianos? —Se burla con descaro.— No planeo ser un rey, ¡lo soy! —Presumió, con una risa encantadora. Cada vez se desenvolvía con más soltura con la primogénita de Odín. Eso no significaba que le hubiera perdido el miedo, de ninguna manera, no. Hela era alguien de respetar y temer.
Pero así como ella había aprendido algunos trucos, también se estaba volviendo predecible para el Dios del Engaño, quien a continuación haría honor a su título. Pues era tan astuto que, el cambio en la potente voz de la azabache le advirtió que estaba por agredirlo.
— El que se está divirtiendo ahora soy yo —un "segundo" Loki apareció detrás de la mayor, susurrándole al oído por encima de ese casco que casi se enreda con su propia cornamenta. Aquél pobre miserable de los tobillos encadenados no era mas que una proyección astral.— Nada mal. —Aplaudió un tercer Loki a una distancia prudente de su "hermana".— La arrogancia no es un poder. Yo también lo aprendí a la mala.
He cambiado de opinión y he decidido que tu presencia no es tan molesta, después de todo. ¿Por qué no te quedas a divertirme así como me divierten el resto de almas deambulantes de mi reino? Complace a la Diosa de la muerte, Loki. Dime más tonterías que me hagan reír.
¿En qué momento he hablado de los midgardianos? Sólo me he estado burlando de tu inferioridad, asgardiano. Necesitas educar tu oído; vaya comprensión auditiva, tan pobre. ¿Y así planeas ser un rey? Sigues decepcionándome cada que abres la boca.
-Y por supuesto que pudo leerle la molestia que provocó su comentario. Si lo había aprendido en los gestos amargos de Odin, claro que Loki era pan comido.-
No tengo ningún interés por la parte más débil del Yggdrasil, mucho menos su gente...
Continúa humillándote frente a mí. Al fin me diviertes. De hecho... -En su infinita impaciencia y aburrimiento, Hela aprendió un par de truquitos, como encadenar en un santiamén a otros. Como ella es taaan 'bondadosa', bastó asegurar a Loki por los tobillos.- +
Hablas de ellos como si los conocieras. —Achicó los ojos con suspicacia, al escuchar la respuesta que verdaderamente le interesaba —aquella sobre su amado Thori— estuvo por forzar una sonrisa, dar la media vuelta y desaparecerse, pero, ah, cómo apretó puños y mandíbula.— ¿Acaso has estado deambulando entre los midgardianos mientras nadie se da cuenta? Sientes tanta fascinación por este Reino como Thor (a quien, lastimosamente, no convertí en un perro. Pero puedo contarte todas las veces que lo apuñalé de niños). ¿Habrá tenido Odín alguna aventurilla sexual con alguna mujer de estas tierras? Casi pareciera que sus dos hijos heredaron ese gusto. —Rió con sorna, agitando su mano, despidiéndose de la Diosa de la Muerte.—
Pft. -Una sonrisa, como pocas veces, apareció en su rostro. Movió la mano derecha, manifestando lo absurdo de la idea.- Abandona esa idea de llamar mi atención, Loki. Mírate. Diciendo tonterías para impresionar a la Diosa de la muerte.
¿Thori? Espero que ese nombre se deba a que finalmente volviste un perro a Thor. Pero... no. No lo he visto.
¿Hacerme notar entre los Vengadores? ¡Já! Para aliviar tu ignorancia, querida y dulce Hela; ¡yo cree a esos payasos! Ya quiero ver tu indignación, tu sed de muerte cuando veas lo patéticos que pueden ser cuando juegan a ser dioses.
Te dejaré en paz, pero respóndeme algo primero: ¿has visto a Thori? Mi perro.
Qué ego tan alto tienes, asgardiano. Hablando de majestuosidad cuando careces de ella. Sin ese cubo, dime, ¿alguna vez te habrías hecho notar entre los Vengadores, sin utilizar tus trucos de magia?
No lo creo. Ahórrate la palabrería y preséntate ante mí cuando tengas algo realmente interesante por decir. Tengo demasiado que hacer en Hel.
