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HOs1565111 · F
Tras saborearse el enojo, apretó embravecida la espada, crujiendo la empuñadura. Así iba a sonar el cráneo de Eir si no se dignaba a esclarecerle las dudas antes de que la paciencia se le agote.

— Una reina no se inclina ante nadie. Tenlo presente. — Con ello, lanzó la daga sin temores, sin detenerse a mirar a quien fue ,tal vez, su única amistad. Las cartas sobre la mesa, preparada para batirse en duelo; coronó el fiero actuar bajo el yelmo arácnido parte de su armadura. ¿Irse sin respuestas? Imposible. Conseguiría lo suyo con o sin la cooperación de Eir; de paso, planteó llevarse la cabeza de ésta a Helheim y tener un 'lindo' recuerdo, un trofeo más.

 
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