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HOs1565111 · F
Sin embargo, Odín jamás imaginó que en esa estancia obligada, Hela construiría un sin fin de planes de conquista, cada uno mejor que otro.
Era cuestión de tiempo. Estaba segura. Con el paso de los inviernos, y el descanso de Odín, las almas que llegaban a Hel incrementaban considerablemente. Eso solo podía significar una cosa: Él estaba débil y “añejándose”. Nunca hubo sentido más aprecio por el tiempo que ese. Hasta que hubo sucedido lo inevitable: la muerte de su padre.
Pero, volviendo al ahora, Hela estaba lista para reinar no solo Asgard, sino el resto de Yggdrasil. Tomaría cada reino entre sus manos; quitaría del tablero a los peones innecesarios hasta coronarse como la reina del otro extremo.
[...]
Era cuestión de tiempo. Estaba segura. Con el paso de los inviernos, y el descanso de Odín, las almas que llegaban a Hel incrementaban considerablemente. Eso solo podía significar una cosa: Él estaba débil y “añejándose”. Nunca hubo sentido más aprecio por el tiempo que ese. Hasta que hubo sucedido lo inevitable: la muerte de su padre.
Pero, volviendo al ahora, Hela estaba lista para reinar no solo Asgard, sino el resto de Yggdrasil. Tomaría cada reino entre sus manos; quitaría del tablero a los peones innecesarios hasta coronarse como la reina del otro extremo.
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