Ella complacía cada una de sus expectativas, era como si adivinara cada uno de sus pensamientos, llegando para robar sonrisas y suspiros que no hacen más que dejar en evidencia la felicidad que desde él se desborda. Por fin se sentía completo y era capaz de disfrutar su compañía sin ningún tipo de apuro, pues el tiempo se había vuelto irrelevante.
─ Eso quiero mi querida Häst... estar contigo por siempre y siempre ser tu felicidad... ya que tú eres la mía, por eso prometo cuidar cada uno tus sentimientos con todas mi fuerzas... quiero que esto sea más grande y que sea por siempre ─

Suspiró, de completo alivio ante tal actuar del joven mayor. Su sonrisa se dibujó, de oreja a oreja una y otra vez. ¿Estaba soñando? No, no lo estaba, lo tenía ahí, con ella, entre sus cálidos brazos. Levantó la vista, sonrojada, llena de plena ternura, quería dirigirle más palabras hermosas, pero el aliento se le iba de tan solo saber que correspondía sus sentimientos. ─Estaré contigo, siempre, cada día y cada noche. Prometo siempre hacerte feliz, por más gris que esté el día o tu humor. Te quiero, te quiero mucho, mucho.~

.... solo tomar algunos segundos para calmar su emoción y responder de manera más calmada, inclinándose para dejar un beso sobre el sedoso cabello de Häst, quedándose cerca y poder susurrarle una respuesta ─ ... Tú también me gustas mucho Häst... desde que te conocí... sentí algo único contigo, y con el pasar del tiempo ese sentir se ha hecho más fuerte... quiero estar siempre a tu lado ─

─ Claro! ... adelante Häst, no tienes que pedir permiso para hablar... ─ dijo sosteniendo aún aquel abrazo con algo de ternura, justo como ella le había pedido.
Pudo notar el nerviosismo en los gestos de la chica, algo que no parecía común pues desde hace mucho rato ambos tenían esa confianza para abrazarse en público sin ningún tipo de problema y lo que es más, para sostener esa mirada dulce e interesada, enlazada a la de su contrario sin importarles el resto.
─ ¿está todo bien? ... ─ preguntó con algo de preocupación al no entender muy bien sus primeras frases...
Fue entonces el momento perfecto, ese dónde sus palabras se dejan oír más claras, llegando para inundar cada uno de los sentidos y el propio corazón de Rooss, con una emoción única, algo que nunca antes ha experimentado, algo que incluso no sabe como asimilar, más que bajando su mirada, intentando ocultar aquel rubor que se ha apoderado de su rostro.
Su corazón parecía querer brincar desde su pecho, pero necesitaba sol

—Uhm... Rooss. ¿Puedo... decirte algo importante?— Bajó la mirada, estaba nerviosa, con un ligero nudo en la garganta. ¿Sería precipitado el decirlo así? Tenía sus dudas, temía algo dentro de su corazón, que palpitaba con tal fuerza que parecía salirse de su pecho con un solo suspiro. —Rooss, yo... bueno... tú...— No encontraba las palabras exactas. Se suponía que su carácter era de iniciativa, pero él la dejaba muda, paralizada y ansiosa. Mordió su propio labio inferior, tomando algo de valentía para lo que quería decirle... —Tú me... me gustas mucho... Rooss...— Y ahí estaba esa frase, la cual guardó por algo de tiempo. No esperaba una respuesta inmediata a su confesión, solo se quedó ahí, quieta, temblando...~

No puede evitar reír un poco por su manera graciosa de completar sus frases, respondiendo aun entre risas ─ no hace falta mi querida Häst, puedes pisar mis pies sin problemas, no me molesta, pero sería más fácil si te subes en ellos e intentas llevarme el ritmo, en unos días ya lo harás sin tanta complicaciones, yo me ocuparé de enseñarte... ─ cerró un poco más aquel abrazo, sin apretar tanto para no lastimarle, pero lo suficiente para sentir su calor.
─ Si podemos Häst... no creo que a nadie le moleste, además, yo también lo disfruto mucho, me encanta abrazarte... ─

Soltó una risilla típica de ella, discreta, pero bastante divertida al imaginarse tropezando por intentar bailar con él. —Lo peor que podría pasar es que te pise los pies, me conocen por no tener nada de ritmo o armonía al bailar. Pero, se vale aprender si es contigo.— Aquel abrazo, siempre era entre sus brazos donde podía encontrarse segura, en completa y eterna paz. El tiempo parecía detenerse cada vez que lo hacía. —¿Podemos quedarnos así? Sabes lo cálido que siento cuando me abrazas...~

─ ... por supuesto! ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Estrellarnos? ... y si pasa, solo es cuestión de levantarnos y volverlo a intentar... esa es la seguridad que tu me das Häst...─ dejó salir un hondo suspiro cerrando ambos ojos por algunos segundos, justo en ese instante su compañera se acerca para darle un beso; beso que quedaría sobre una de sus mejillas, robando de sus labios una fugaz pero tierna sonrisa. Era como si el mundo se detuviera para darle paso sólo a ellos; Rooss adora esa calidez que Häst entrega con cada uno de sus gestos, haciendo que el corazón del chico palpite de emoción. A tenerle tan cerca, su única reacción casi involuntaria, es abrazarla, dejándole sentir su protección y cariño incondicional.

─

—¿Ningún límite? ¿Estás al cien de seguro? Entonces...— Se fue acercando, poco a poco y, con esa suavidad tan suya, dio un beso en la mejilla del castaño, para poder esconderse entre su pecho por su nerviosismo. —Esto lo sella~