Cᴇʟᴛɪᴄ Zᴏᴅɪᴀᴄ: Fᴇᴍᴀʟᴇ Hᴏʀsᴇ | Eɴᴄᴀɴᴛᴀᴅᴏʀᴀ | Mʏ Lɪᴛᴛʟᴇ Pᴏɴʏ (?)
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[code][code]GUSTOS.[/b]
Paseos a campo abierto.
Lluvia.
Color verde, anaranjado, amarillo.
Girasoles.
Artes (teatro, pintura y música)
HISTORIA PRINCIPAL.
Todo se remonta al año de 1994, cuando una pareja joven, recién casada, había arribado a la ciudad de Estocolmo, Suecia. Los datos de dicha pareja no han logrado ser encontrados. Decidieron ese lugar por la cantidad de oferta de trabajo que estaba incrementando y querían aprovechar la oportunidad de crecer e independizarse por completo, sin la necesidad de vivir de casa en casa. Ambos parecían ser la típica pareja de cuentos que sonreía y parecía no tener ninguna clase de conflictos; hasta que, unos meses después de asentarse, fueron bendecidos con una niña, a quien llamaron Häst. Desde bebé presentaba los rasgos finos y adorables de su madre, en especial los ojos, pero el cabello era completamente por parte de su padre, al igual que el carácter algo serio, pues Häst era de esos niños que no lloraban o hacían berrinches. A sus 3 años, los padres comenzaron a recibir invitación de algunas amistades para ir los casinos de la ciudad, provocando que no hubiera una convivencia de familia como muchos podrían esperarse; la pequeña Häst era cuidada por un servicio de babysiting, mientras sus padres desarrollaban una ludopatía (adicción a los juegos de azar). Cada noche se aumentaban las apuestas, iban desapareciendo electrodomésticos, ropa, hasta juguetes que eran de la su pequeña hija. Pronto desapareció su auto, las joyas más hermosas que la abuela había heredado a su hija; no había control en la enfermedad de aquellos padres negligentes y ausentes, hasta que, por desesperación, comenzaron a pedir préstamos a los casinos, sin saber que se adentraban a una de las mafias más peligrosas; y no hablo de las mafias de películas, sino a la realidad, las deudas, amenazas y cobranzas.
A pesar de las advertencias, los padres de Häst seguían pidiendo dinero y prórrogas para saldar sus deudas, algo que ya no tenía conforme al señor Dahiquist, abuelo de nuestra protagonista. En el cumpleaños número 6 de Häst, la familia se encontraba reunida en la mesa de su pequeña cocina, habían terminado de cantarle para que soplara la vela, cuando unos desconocidos irrumpieron a su hogar destrozando todo a su paso, sin saquear o abrir cajones, solo se pretendía asustar a los padres. La pequeña no sabía cómo reaccionar, solo pudo abrazarse a un muñeco de peluche mientras veía como su padre era amordazado y golpeado, mientras que su madre era sujetada por dos hombres, aunque no le hicieron algún daño físico. Los llevaron a ambos a la sala para sentarlos sobre el sofá, pero uno de los desconocidos ofreció su mano a Häst para que también fuera y se sentara en la alfombra, donde estaban todos sus juguetes. No habían pasado ni 5 minutos, cuando un sujeto alto, elegante, con un traje a la medida se hizo presente, cabello y barba canosa, mirando la escena de aquella familia que estaba en la quiebra total, era nada más y nada menos que Bjorn Dahiquist, quien miró a Häst con total calma, algo sorprendido porque nunca habían mencionado los deudores que tenían una hija. Los llantos de súplica comenzaron a invadir toda la habitación, rogando por otro plazo o un perdón que podría no llegar. Bjorn los hizo callar con una oferta, dar a Häst como pago, ponerla bajo protección y educación de su abuelo en su totalidad, a lo que los padres aceptaron sin siquiera pensar mucho; estaban poniendo en riesgo la confianza de su propia hija a cambio de la libertad. Pero, había una condición por parte de los padres, y sería el que se borrase todo registro de ellos que exista, querían comenzar una nueva vida y no podrían si tenían un historial manchado. Bjorn aceptó y dando un chasquido hizo que un hombre tomara a una pequeña Häst indefensa para llevársela de aquella casa, ni siquiera le dijeron adiós por más que su llanto se escuchara por toda la calle hasta la última habitación del vecindario.
Aquel hombre la dejó a cargo en Berlín, él no quería hacerse cargo personalmente de instruir a la pequeña. Fue así que los años comenzaban a pasar, Häst debía hacer algunos trabajos forzados y hombres degenerados abusaron de su pequeño cuerpo; su infancia se vio arruinada por uno, dos, cuatro hombres por mes, por semana o por día, su inocencia se desvaneció y encontraba la libertad recordando la época cuando disfrutaba de jugar con sus padres, o cuando visitaba a sus vecinas para jugar a las muñecas. Aquellos eventos le causaban regresiones que fueron transformándose en algo más grande, un síndrome de estrés post traumático que iba reflejando cada actitud que se formaba ante alguno de los abusos de sus agresores; los daños físicos, psicológicos y de la propia moral. Fueron años de tormento para Häst, hasta que cumplió 10 años, Bjorn había mandado a un informante infiltrado a donde la niña estaba, notando el martirio que le hacían pasar cada día y noche con tal de “instruirse” a ser toda una “mujer”. El informante no tardó en dar aviso, por lo que dio orden de traerle a Häst, liberarla de su jaula y comenzó a verla como si fuera una hija, completamente indefensa y con falta de amor paternal. Häst, a pesar de haber odiado a aquel hombre, su mente trastornada lo vio como un héroe y lo aceptó como una figura paterna. Días después, su crianza dio inicio bajo protección de uno de los empresarios más poderosos de Suecia, enseñándole de negocios financieros, jurisdiccionales y, solo por gusto, un poco de las bellas artes, negocio que podría heredar cuando tuviera la edad suficiente.[/code]