Las discusiones en casa habían estado insoportables ese día, por lo que decidió salir de allí y no sólo de casa, sino de el sector en el que vivía. Si le fuese posible escapar del mundo, lo habría hecho. Estaba harto. Pero como no podía hacer eso, tuvo que conformarse con pasar el rato en el distrito más lindo de la ciudad. No había basura en las calles, ni personas ruidosas. Todo era tan pulcro que él mismo era mal visto por todos; ignorado por completo en los mejores casos.
Acepto la flor que el pequeño Hong le entregaba con mucha alegría. Nadie le había regalado nunca flores, asi que la sostuvo con delicadeza en sus manos.
— Muchas gracias Hong, cuidaré mucho esta flor.
Pensaba seguir con el un buen rato mientras jugaba cuando de la nada aparecieron dos personas que lo estaban buscando, eran personas conocidas que trabajaban para sus padres. Al encontrarlo, le regañaron por salir solo de la casa.
— Lo siento, creo que debo irme, pero... espero que nos volvamos a ver Hong.
Ya no podía quedarse y debía regresar a su casa. Lo más seguro es que sus papás tambien le llamaran la atención, pero al menos pudo hacer un nuevo amigo. Aunque si estaba algo triste por no poder jugar más con el, y esa tristeza se podía notar en su mirada. Lo unico que podía esperar era en volverlo a encontrar otro día.
Mientras los dos hombres se lo llevaban regreso su mirada al pequeño como una corta despedida.
