Escucharlo hizo que los nervios aumentaran un poco, terminó tosiendo como si quisiera aclarar un poco su garganta. ¿Que debía responder? La verdad era que no pensaba mal sobre las propuestas que le hacía.

— San Lang... deja de jugar... imagino que te estas divirtiendo con esto ¿verdad?

Desvió la mirada, esperando a que nadie pudiera verlo, pero al parecer los fantasmas que estaban cerca tenían cosas más importantes que hacer como para prestarle atención.

— Pero... admito que, no suena mal.

—¿Le suena bien, o le suena mal?

Preguntó con la misma sonrisa tranquila y triunfante, respecto a las propuestas indecentes.

- Sus ojos se abrieron abruptamente al escuchar las palabras que llegaban a su oído. Por un momento había olvidado que su buen San Lang era un rey fantasma. Quiso ocultar su rostro con las manos pero era más que seguro que ya se había percatado de lo apenado que se encontraba. -

Con eso, la mariposa volvió a revolotear hasta el oído de Dianxia, donde susurró más de una cosa indecorosa con la voz de su portador.

Él solamente sonrió tranquilo.

— San Lang... estas algo jugueton hoy.

- Mencionó entre una suave risa. Realmente disfrutaba de ver el aleteo de las mariposas fantasmales. Le costaba creer que otros temieran a tan hermosos seres. Era como ver una pequeña estrella que guiaba su sendero. -

La mariposa, con su revoloteo alegre, termina posándose sobre la punta de la nariz de Dianxia, como si lo saludara con cariño.

- Ver aquella mariposa fantasmal hizo que desviara su vista. Ahora entendía, la mariposa era igual de hermosa que su creador. -

Envía a una de sus mariposas fantasmales a que revolotee cerca de él.

- Al verlo solo puede tratar de pensar en mariposas -

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