Recibió el beso cerrando sus ojos, afianzando sin darse cuenta sólo un poco el abrazo que había iniciado en ese suelo otoñal. Nada más abrió los ojos al escucharlo, parpadeando un par de veces como quien despierta de un ensueño. Lo miró en silencio por un momento sin responder, y luego de un solo movimiento hizo un giro para ambos, estando ahora el mayor debajo de su cuerpo y contra el cómodo suelo de grama. Volvió a acercar su rostro y con un movimiento sutil acarició los labios adversos con los propios.

—Un poco más.

Susurró antes de volver a sellar ambos pares de labios en un beso, que no tardó en volver profundo, más cálido y menos inocente, a pesar de tener la apariencia de un joven en ese momento.