El asombro se evidenció en su rostro, le era poco frecuente encontrarse con personas que no quisieran vender sus bienes o servicios, por lo que un hospedaje gratuito fue toda una novedad.
Estaba por agradecerle, cuando la voz de un tercero lo hizo mirar en dirección a aquel recién llegado de cabellera gris. Con paciencia y una postura solemne -que contrastaba con su aspecto desarreglado-, esperó a que terminara de hablar, y para cuando lo hizo, tuvo una idea.

—Mis agradecimientos a ambos... Rinne, Niki. —Guardó su bolsita con monedas y miró al pelirrojo. —Ya que no ha aceptado el pago en dinero, tal vez sí acepte que le ayude con su trabajo, sea cual sea. No me parece justo hospedarme aquí sin dar nada a cambio.

Estiró un brazo y tocó el tronco del árbol donde Rinne había estado bebiendo a escondidas.

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