-Desde ya un tiempo que el pelirrojo estaba dudando por completo sobre muchas de las situaciones ocurridas en el castillo, así como también de sus sentimientos, todo a raíz de una charla con su otra mitad, aquel siervo del verdugo, a quien solo veía a escondidas muy de vez en cuando. Pese a toda su negatividad, trató de pasar ese día encerrado en la habitación asignada para su costura, pensando y haciendo alguno que otro traje para si mismo.-
-Por parte de Máxito, sonríe de manera notoria ante esa reacción de su señor, le agradaba saber que tenía una mínima preocupación por un familiar, algo que en otro momento se lo recalcaría en cara pero decidió no exponer mucho más al respecto. Por lo pronto se encaminó con el pelirrojo hacia ese jardín en la torre, pero este estaba demasiado agitado, apenas podía respirar bien, por lo que apenas entró en el jardín se detuvo, estaba mareado y no lograba encontrar una forma adecuada de respirar sin seguir caminando. El castaño solo le palmeó la espalda y le dedicó una dulce sonrisa.- No te preocupes, nos encargaremos, recuperate. -Sin emitir más palabra siguió caminando con Bernard, siguiendo ese recorrido de sangre en el césped, suponía que de esa forma se iba a encontrar con el monarca.-
