No hay de que, Petirrojo.~ *Responde con cierto gusto, para apartar la mano del rostro del chico, en el cual aún seguía, y aspi beber un sorbo de la copa de vino; mientras comienza cortando su carne, con los cubiertos, para empezar a comer.* Por cierto... ¿has intercambiado palabras con el esparvus que sirve a mi hija, o él ha buscado intercambiarlas contigo?

*Desde la tarde temprana, aquella duda, por la mención del joven de cabello negro, sobre las pesadillas recurrentes de su Petirrojo, lo tiene carcomiendo sus pensamientos.*