-Decidió permanecer en silencio a todo momento, en ese instante no había mucho para decir, sólo quería aliviar los pensamientos negativos de su señor, por lo cual volvió a recostarse para luego rodear con mucho cariño sus brazos alrededor de este, propinando suaves caricias con su mano por encima de su cabellera para peinar esta.-

*Pese a lo afligido que se encuentra, la sola invitación del pelirrojo, le provoca esbozar una ligera sonrisa, y cuando éste lo invita a unirse al lecho, accede sin problema alguno, a recostarse junto a él.*

No debe saber nunca lo que ocurrió con su madre... *Musita, en voz baja, más para si, que para el muchacho, a quién estrecha entre sus brazos, con cierta ansiedad, a la vez que gentil.*

-Instante en que fue recostado, instante en que tapó su cuerpo con las sábanas y frazadas para luego, colocarse de costado para ver al mayor, ya sin siquiera inmutarse por sus palabras, de a poco fue naturalizando sus conductas impulsivas, ya a esas alturas nada le sorprendía.-

Ya no pienses más en eso, ven... -Musitó con tranquilidad mientras optó por sentarse unos momentos, posicionando su espalda sobre el respaldo del lecho y luego palmeó su costado, en una clara invitación para que se recostara con él.-

Si, supongo que tendrá que aceptarlo. *Coincide el esparvus, tranquilamente, tras llegar a sus aposentos y depositar al pelirrojo en el lecho, gentilmente.

Sin embargo, al cerrar las puertas, el mayor se queda como con una mirada perdida unos segundos, para después musitar levemente y, totalmente afligido.* Mandé a despedazar a su madre... comida para los guivernos y, Kristall no lo sabe. Ella la quiere, pero su madre vino a arrojarla como basura...

-Abrazándose nuevamente al cuello del mayor, dejó que este le cargara sin problema alguno a la habitación de aquel, aunque claro que en ese proceso su pena se apoderó nuevamente de su ser, ya que aún no estaba acostumbrado a ser tratado de esa forma, pese a las veces en que aquel se había tomado el atrevimiento de llevarle en brazos.- No te estreses, le guste o no, tendrá que aceptarla, ¿No?

Si... me gustaría mucho éso. *Respondió con total naturalidad el esparvus, gustoso por aquella muestra de cariño por parte del pelirrojo; para, recuperando un poco de su lucidez, lo carga entre brazos; para llevarlo de vuelta a sus aposentos.*

Sabes, aún no sé como lidiar con el hecho de como tomaría Erzebeth, ahora la llegada de Kristall.

Eso no lo sé, pero de algo estoy seguro, no soy el único que sufre estas cosas. De todas formas ya lo naturalicé... -Dio un largo suspiro para calmar esa sensación incómoda que se había generado dentro suyo a raíz de aquella pregunta. Por supuesto que decidió no prestarle mucha importancia y mucho menos dar más explicaciones al respecto, no era algo que pudiese arreglar por mucho que pudiera, estaba fuera de sus capacidades por lo que había mencionado uno de sus contra partes, pero aún así trató siempre de mantenerse positivo ante las dificultades.

Por lo pronto se separó del mayor, pero no sin antes depositar un cariñoso pero corto beso sobre la comisura de sus labios, para finalmente volver a sonreír con amabilidad.- ¿Quieres que pasemos la noche juntos?

*Al escuchar aquella explicación, algunas preguntas más se generan dentro de él y, pese a que sin duda se mantiene impávido y en total calma con las atenciones del chico, al mismo tiempo que le habla de aquello, no puede evitar preguntar.* ¿Los cansan? ¿Quién buscaría algo como eso?

*Por alguna razón, surgen sus recuerdos, sobre aquel sueño de pertenecer al mundo terrenal, y que, fue la noche antes de que, en la mañana el Barón iría por él, cuando tuvo aquella pesadilla. No sabría si, de alguna manera estaría relacionado con lo que el menor explica de sus sueños, o si, más allá de diferentes universos, demensiones y mundos, existan conexiones o algún tipo de entramado, designado a ellos. Si es así, entonces, la rebelión de su antepasado, Caín, hacia los dioses, habría sido por nada.*

No puedes ayudarme ni tampoco necesitas comprender. Es algo que nosotros debemos resolver por nuestra cuenta. Lo único que sé por palabras de uno de mis otros yo, es que estamos vinculados entre todos, así como también es un castigo. Nos cansan mentalmente para que desistamos de la idea de vivir o de buscar nuestra felicidad. -Respondió con total calma mientras su diestra poco a poco fue acariciando el rostro del mayor, así como también con suavidad deslizó sus dedos por detrás de su oreja, para acomodar hacia atrás de la misma uno de sus mechones de cabello. Siempre sin perder aquella paz que le generaba el estar con su querido amo.- He tenido estos sueños toda mi vida, nunca pararán.

*Aquellas palabras, la confesión, es algo que tampoco se esperó por parte del menor y, sin duda es algo que lo mantiene en completa calma, en total tranquilidad, que no había sentido desde hace mucho tiempo.*

Entonces... lo de tus sueños. No comprendo que es lo que ocurrió. Pero... me gustaría hacerlo para poder ayudarte en ello...

*Tampoco es algo que espera, el saber que es el único que se ha preocupado de manera genuina por el joven pelirrojo frente a él, y menos que, desde siempre, incluso de niño, el Barón le repitió hasta el cansancio, y aún años después, había visto que los señores esparvus no se preocupaban por nadie, más que por ellos mismos. Que debía ser completamente despiadado para no ser aplastado por ellos.*