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-Luego de haber hecho su escena como costumbre, sus ánimos estaban completamente por el suelo. A la mañana siguiente no fue capaz de levantarse de su cama, pese a que debía de hacer sus actividades diarias. Estuvo allí, sin siquiera moverse del lecho, aunque de vez en cuando se levantaba para ir al baño y regresar. No fue hasta que cayó la noche que se dispuso a levantarse, o al menos lo consideró ya que fue llamado varias veces para que cenara. Se negó a hacerlo.
Estuvo en ese estado por casi 3 días, sin siquiera asomar su presencia en ningún lado. Debido a su descuido, y a su mal [..]
 
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(...) expresa lo último, denota un profundo desdén y menosprecio a aquella raza.* Estuve un breve tiempo en su mundo y, en el tiempo que estuve, los ví hablar muchas veces de ser buenos, de aceptar a todos sin importar como sean... falacias... palabrería que no son capaces de mantener. Por ello somos mejores que éso. No nos llenamos la boca de bondades que no cumpliremos. Sabemos que somos asesinos y no decimos lo contrario. Y si vamos a hacer algo por alguien, lo cumplimos.
¿Asustarme? *Musita el esparvus, entre risas, sólo que estás no son de burla, no en lo absoluto. Son una mezcla de alivio, alivio por saber que aquello no es reflejo de ninguna enfermedad, como lo pensó, sino su estado natural; ironía, porque, sea como sea, su raza tiene un camuflaje por igual, del que es muy difícil deshacerse, aunque no imposible. Siendo que, el aspecto real de un esparvus es mucho peor, hecho en ocasiones, para evocar las más cruentas pesadillas de los terrenales. Y, también, un ápice de indignación y, posiblemente enojo, por lo hipócrita y contradictorio de los seres humanos.*

No tendría porque, nadie tendría que porque. Nuestro aspecto real es mucho peor a ello, y, aún así, preferiríamos mantenerlo, a éste camuflaje. Pero es difícil hacerlo. Me sorprende de hecho, que tú puedas sin desgastarte. Por otro lado. No somos como los humanos, que son la raza más hipócrita y asquerosamente cobarde que conozco. *Cuando (...)
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el rostro ajeno, cayendo en cuenta que aún seguía sin su camuflaje, aunque claro que eso le incomodó un poco.- No encontraba la forma de decirte. No quería que te asustaras, todo mundo lo hace. A muchos les doy asco. -Respondió con algo de pena y por supuesto un pequeño nudo en su garganta ya que, desde el primer día en que pisó La Tierra junto a sus compañeros, siempre fueron objetos de burla y rechazo, quizás ahora no sería la excepción.-
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¿Conductos? -Preguntó totalmente extrañado ante ello ya que jamás se imaginó que pudiese serle útil de alguna u otra forma, aunque aún desconocía la forma en especifica en como le ayudó, solo se mantuvo en completa duda, más no entró en detalle en ese instante.

Por unos instantes cerró sus párpados ante la cercanía y rápidamente los volvió a abrir cuando este se apartó, aunque cuando preguntó aquello no supo que responder, realmente no sentía hambre, pero si estaba consciente en que necesitaba comer, por lo cual, luego de unos largos segundos, asintió con la cabeza. Pese a la amabilidad del rey, frunció levemente el ceño cuando pidió un platillo dulce, pero no omitió queja alguna, no en ese momento.

Cuando aquel regresó y tomó su mano, extrañado volteó a verle; primero su mano y luego [..]
(...) queda en silencio, para, con suavidad tomar una de las manos del chico y mostrarla al mismo.*

Un secreto así, ¿y todo este tiempo no me habías dicho nada?
Ya lo has hecho... tú me diste la idea de los conductos en los que trabajamos para las armaduras que portarán los dragones.

*Responde con tranquilidad, ante su comentario, mientras sigue contemplando su rostro, entre sus manos.

Ante aquella sonrisa, el esparvus, simplemente se enternece, para, sin evitar acercar sus labios a la frente del pelirrojo, para besarla suavemente y, mientras sigue con su mirada, fija en aquellos ojos turquesa; pregunta con una gentileza que, hasta el momento no había mostrado a nadie.*

¿Tienes hambre?

*Por supuesto, aún se encuentra preocupado por su frágil estado de salud, tras esos días de inanición que el joven mismo se impuso.

Tomando una campana de la mesa de noche, llama con la misma, a alguna persona de la servidumbre del castillo, a quien le ordena ir a las cocinas, para llevar algún platillo a la habitación, de preferencia dulce.

Cuando regresa, junto al joven a la cama, por un momento se
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-Aquellas palabras sin duda le regocijaron bastante, más aún luego de haber recibido tal cariño por parte suya. Sutilmente sus mejillas se ruborizaron por el tacto, así como también sus párpados se cerraron unos instantes para corresponder ese encantador beso de un modo mucho más calmado que antes.
Era la primera vez que se sentía tan a gusto a su lado, pese a todas las situaciones engorrosas, el monarca no lo sabía, pero la mera mención de ser instruido realmente le subió los ánimos, quizás así ya no sería una molestia tanto para él, como para el resto de los demás en el palacio, quienes todo tiempo dudaban de sus capacidades.

Por lo pronto se separó, aunque no lo demasiado, sólo para divisar su rostro con un encantador brillo en aquellos ojos turquesa, así como también una muy sutil sonrisa de total gratitud.- Quiero aprender... quiero ser útil para ti.
(...) posible que ellos mismos portaran alguna especie de influjo, ejercido en quien estaba muy cerca de ellos, sin darse cuenta?

Creo que... tendré que traerte a la misma Institutriz insiportable que a mí me instruyó en modales y etiqueta. Para que tú mismo sepas cuando es oportuno hablar, y como decir las cosas... *Musita levemente el esparvus, acariciando sus cabellos, para, levantar su mentón levemente y depositar un suave beso en sus labios, acariciando sus mejillas con los pulgares, limpiando aquellas lágrimas.*
*Al ver el dolor y la aflicción del muchacho, no duda en estrecharlo entre sus brazos, cuando este se abraza de aquella manera a él, como si su vida dependiera de ello. Sin embargo, parte de eso lo hace sentir desconcertado de esa manera.

¿Cómo era posible que, de un momento a otro aceptara el maltrato del esparvus, y, más aún, que prefiriera aquello que la libertad? Durante años, había visto a diferentes siervos, depender demasiado de su amo. No sólo por miedo al mundo, sino que, incluso ya sentían verdadero terror de separarse de sus amos; no importando que, muchas veces estuviesen a punto de morir a golpes, estos ya preferían estar encadenados, a no tener nada.

Si bien, él nunca desarrolló ningún aprecio por el Barón; y, por el contrario, el odio hacia este y sus deseos de matarlo, cada día eran más grandes, si vio a dos siervos, antes que aquel que su paladín ejecutó en los calabozos, recibir el mismo maltrato y aún así llegar a amarlo, realmente amarlo. ¿Podría ser (...)
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-Entre lo agitado que estaba, intentó respirar con calma ante lo vivido en el sueño. Para cuando el mayor se acercó y tomó asiento a su lado, solo volteó a verle con una pequeña lágrima en su párpado derecho. Se notaba que aún estaba asustado y sumamente preocupado por su pesadilla.-

Soy afortunado de estar aquí contigo... No me importa que me lastimes o me descuides, sólo déjame quedarme aquí contigo... No quiero volver al campo de batalla. -Respondió en un tono quebradizo al mismo tiempo que quitó aquella mano de su mentón para posterior inclinarse hacia él y sin mucho rodeo abrazarle por los costados, acomodando su mejilla sobre su pecho, mientras sus brazos se aferraron con miedo.- Haré las cosas bien de ahora en adelante, ya no te volveré a fallar.

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