*El esparvus sonríe levemente, ante las palabras del pelirrojo y, con la mano le hace una seña de que se ponga en pie, para él.* Salvador. Es lo último que pensaba escuchar. *Musita, levemente, complacido, para envolver la cintura del muchacho, entre caricias, por debajo de la ropa y, depositar un delicado beso en el mentón del muchacho.*

-Su mirada fue alzada, por consiguiente sus ojos se posicionaron en los ajenos para observarle fijamente, atento y sumamente intrigado por las palabras de este. Había comprendido por fin cual era su posición en ese lugar, así como también sus limitaciones. Ya no tenía motivos para dudar, así que simplemente asintió con la cabeza.- No me interesan los lujos, sólo deseo permanecer alado de la persona que me salvó de todo ese tormento que viví.

*Tras aquellas palabras del pelirrojo, se inclina para tomar el mentón del muchacho, entre sus dedos y, alzarlo con cuidado, para que lo mirase a los ojos.* Aún hay una guerra. Casi siempre la hay, desde que tengo memoria... pero, sólo los esparvus tenemos el derecho de pelear por nuestro terreno. Si yo te mandara a pelear, es seguro que perdería la lealtad de mis paladines, tan sólo por sentirse insultandos de compartir el campo de batalla con un siervo.
Además, te puedo dar la vida de una posición de lujo, gracias al poder que tengo ahora. Si me habrías conocido en mis tiempos de asesino... bueno... en ése entonces no tenía derecho de poseer nada.

De tener una vida tranquila, fuera de una guerra. Yo he vivido gran parte de mi historia dentro de un campo de batalla. Antes de venir aquí, iban a mandarme a otra de las matanzas Terrestres. Realmente había perdido total esperanza en que, alguna vez, pudiese dormir sin preocupaciones... -Respondió sin más, con aquella mirada agacha en una notoria señal de respeto. No pretendía explicar mucho más sobre su situación, así que tras finalizar sus palabras, se mantuvo en silencio, a la espera de una respuesta u orden.-

*Aquel comportamiento es algo que no esperaba del joven. Por lo que lo saca por completo de sí, mostrándose, más que sorprendido, anonadado. A lo que, en voz baja, inquiere, aún con la sorpresa.* ¿Oportunidad, de qué? ¿Y como fue éso? *Hasta donde sabe, no ha hecho más que comportarse como un esparvus con el muchacho.*

-Negó lentamente con la cabeza mientras su mirada se llevó al mayor, la cual reflejaba algo de felicidad, pese a sus palabras anteriores. Seguido de ello, se arrodilló frente suyo, bajando con sutileza la cabeza, mientras posicionó su puño derecho a la altura de su propio pecho.- Gracias a ti pude tener una nueva oportunidad, no es lo que esperaba pero aún así... Tienes mi total gratitud y respeto, mi señor.

¿Vas a empezar de nuevo con la melancolia? Todos pierden algo, todo el tiempo y nadie se queja, acostumbrate... *Espeta, claramente irritado. De verdad odia cuando pasa éso, ya que, para él es imposible hacerle algo, sin sentir que destruye algo de él.*

Todo lo importante en mi vida... lo perdí.

Creí significaban algo importante. (?)

Es un adorno nada más.