━ Espero que te refieras a cada parte de mi cuerpo.

Una pequeña insinuación que llegó al momento de tomar la mano opuesta. No tenían razones para permanecer ahí, y sería mentira decir que no quería ir con su mujer y disfrutar del tiempo a solas con ella; nada superaba ese tipo de escenarios.

— Por supuesto que sí. ♡

Emitió una leve risa, al punto que sus labios correspondían cada tierno beso. De un momento a otro, ya había olvidado cualquier pensamiento que no fuese el estar con ella en ese escenario; la ducha. Una mano busca la suya, necesario para irse de allí.

— Seré de ayuda, me haré cargo de todo tu cuerpo.

Las palabras de Miruna la hicieron reflexionar, le daban a entender que era incluso una mejor idea. Esa pequeña sonrisa fue contagiada, más ahora que estaban unidas de esa forma.

━ Entonces corrijo mis palabras. ¿Quieres ir conmigo a la ducha?

No fue sino hasta darse cuebta del pequeño robo que pudo reír.
Ignoró por completo todo lo demás, pues ahora inundaba con varios besos los labios de su amada.

━ Necesitaré mucha ayuda, ahora que lo mencionas.

Era algo positivo que Hanabi estuviera centrada y no consideraba la crueldad como única solución. A punto de comentar algo al respecto, se distrae con sus palabras, apegándo su pecho a ella. Suave se había sonrojada, a la vez que mostraba una amorosa sonrisa.

— No me digas quizá, invitame a ir contigo. ♡

Y el dedo culmina la tarea, dejando la mejilla limpia. Pero no podía deshacerse de las otras manchas sin agua.
Miruna cierra los ojos al robarle un pequeño beso, y así permanece, exigiendo en silencio más.

— Puedo ayudarte con tu espalda.

━ Podríamos haber quedado en términos favorables para ambos bandos. Aunque, tal y como dices, parece que no desean aprender sobre sus actos.

Sin embargo, no podía esperar demasiado de todos aquellos que se dejaban encantar por el deseo de riqueza y lo que guardan esas grandes estructuras.
Con la cercanía de Miruna, se tomaría la libertad de pasar su brazo alrededor de la cadera, apegándola sin pena.

━ Eso me gustaría. Quizá te arrastre conmigo al agua.

Libre es de expresarse como deseara delante suyo, con esa mujer que le siguió incluso en el caos. Se había inclinado, solo para que sus rostros tuvieran menor distancia y, el amable gesto de esa mano fuera más sencillo de recibir.

— ¿Les hubieras perdonado la vida si pedían clemencia? Parece que no aprenden o nadie corre la voz de lo que sucede cuando te buscan...

Miruna también miró por segundos hacia ese lugar, sin emitir otro comentario al respecto de las violentas muertes. Pronto volvió a centrarse en Hanabi, terminando por avanzar el resto del tramo a ella.

— Prepararé el baño para ti, mi amor. No luces cansada pero debes estarlo...

El alivio total llegaba cuando comprobaba de cerca que estaba ilesa. Elevó el pulgar a la mejilla de su adorada mujer y limpió con éste una mancha rojiza. Sangre de alguien más, que no debía estar ahí.

Aún con las palabras ajenas, no hay cambio para los gestos o actos que Hanabi realiza. Por un momento desvió la atención, observando la miseria del escenario creado, mientras su mano se eleva en esa misma dirección.

━ Tenían las intenciones, esas miradas solo buscaban la recompensa por asesinar a quien gobierna esta tierra. Simplemente, no les permití actuar a su antojo.

Entonces, apretó el puño en su habla, por segundos, antes de volver a estar firme. ¿Cuándo fue la última vez que simpatizó con alguien ajeno tanto a Miruna como a esos seres? No lo podía recordar, pero no tenía caso lidiar con rebeldes que anhelaban derrocar su poderío. Volvió la mirada hacia su amada.

━ Si su codicia no los hubiera seducido, todo hubiera sido diferente.

Tenía un sentido de la moral quizá distorsionado; Miruna no experimenta pena por aquellos seres que terminaban cayendo ante Hanabi y su séquito. Sin embargo cuando la veía marcando esa severidad tan lejana a lo que alguna vez fue, le abordaba poco a poco la melancolía.
Sonrió por igual, dando un pequeño salto hacia el suelo con un cauteloso andar hacia ella. Se detuvo a una corta distancia.

— No te hicieron daño.

Dijo tranquila como una observación, no una pregunta.

━ Que no quede ninguno.

Una orden simple, pero, ¿quiénes la acataban? Ninguno más que los oscuros monstruos envueltos entre sombras y tinieblas; Hanabi se había vuelto una gobernante cruel, que no dudaba en hacer correr la sangre de quienes entraban en su terreno, y la frialdad de sus actos lo demostraba.
Sin embargo, y la única diferencia que haría dudar de esa verdad, era la sola presencia de la única que podía llamar "su mujer", pues tras ver a Miruna, mostró una tenue sonrisa, aún si su figura estuviera manchada por ese espeso carmesí.

Algo no había cambiado, Miruna le observaba con la misma atención y fascinación de siempre. Sin intervenir, sentada a la distancia con un suave balanceo de sus pies, detallando el aspecto de Hanabi en ese momento.