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I curl up tight, so alone, I can't sleep at night. Return to sender, that's me tonight. Stop that plane, turn it around. I still love you, babe. Tell the captain I'm to blame.

And Talullah is her name.
 
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TKss1582180 · 36-40, F
Cuestionó, fingiendo en vano que no sabía a quién se refería.

—Ah, Anna Rose, claro.

Admitió desviando la mirada, y apretó los labios, haciendo que los hoyuelos en sus mejillas se marcaran más. Tomó torpemente la carta, como quien quiere desviar el tema, y suspiró. No tardó en dejar caer la carta, no se le daba nada bien fingir.

—De acuerdo. Lo admito. Les conozco desde hace un par de años. Pero esa fue mi venganza después de que te encontré desnudo en mi set aquella vez, ¿recuerdas?

Era su turno de reprocharle; si Hunter había abierto esa puerta, ahora le costaría cerrarla.
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Entró al restaurante y ayudó a Hunter a sacar la manta de la pañalera. Al verlo luchar por envolver a Talullah, le ayudó a enconlver sus pies regordetes.

—Hazle caso a tu padre, Tal, el aire acondiciado es horrible.

Le refrendó a la bebé en el mismo tono del castaño, quien protestó pero cedió. Aquel ritual la hizo no poner atención a las hostesses, y caminó con pequeños y rápidos pasos hasta llegar a la mesa, utilizando una de las sillas para poner los bolsos. Se sentó, y mientras escuchaba el relato de Hunter, se subió los lentes al cabello, dejándolos reposar ahí. Seguía con la mirada los movimientos de su ex-esposo, en parte porque eso indicaba que le estaba poniendo atención, pero realmente era por que era obsesiva y quería ver que todo estuviera bien siempre con si hija. Pero ese extremo cuidado que sostenía en su mirada se vio interrumpido ante la acusación de Hunter.

Subió la mirada para encontrarse con la de él, y frunció su ceño trágico, siempre trágico.

—¿Anna...?
H1582131 · 31-35, M
(...)

Una vez los encaminaron hasta su mesa, Hunter hizo por sentar a la menor a su lado... y por suerte su madre no se dio cuenta cuando a esta le ganó el peso de su cabeza, golpeándose la misma contra la mesa. Y lo único que la distrajo de un llanto que lo pudo delatar, fue que enseguida este la imitó hasta hacerla reír.

— Su hija Anna me contactó por Twitter antes de tener una conversación formal por teléfono—comentó distraídamente—. Anna Rose —tras añadir su segundo nombre, demandó el contacto visual con su ex mujer—. Qué pequeño se me antojó el mundo cuando mencionó que conoce a "mi esposa" de un par de talleres que impartían juntas en la UCLA —enarcó una ceja, sintiendo la saliva de su hija escurrirle por los vellos de su brazo cuando esta pareció obsesionarse con su sabor—. Quiero decir, ¿siempre conociste a los Menken y jamás me lo mencionaste? —sí, sonó como se lee, como lo que es: un reproche.
H1582131 · 31-35, M
(...)

Sus pasos cedieron cuando al fin llegaron al número 903 de La Cienega Blvd, apenas las puertas de Nobu se abrieron ante ellos, este giró el cuerpo hacia Tabatha, metiendo una mano distraída en la pañalera para extraer una manta delgada de color azul, con la cual cubrió el pequeño pero regordete cuerpo de Talullah, quien tiró hasta de su cabello para resistirse a ser envuelta con un capullo.

— ¿Te quieres resfriar? —le preguntó como si fuera otro adulto, pues llevaban un largo rato caminando bajo el sol y el aire acondicionado no le haría nada bien. Las anfitrionas lo reconocieron antes de que mencionara su nombre para recordarles su reserva. Y en todo momento evitó hacer contacto con ellas, sobre todo con una pelirroja que conocía bien; lo último que necesitaba era otra pelea con Tabatha cuando el día pintaba de lo mejor.

(...)
H1582131 · 31-35, M
— Estuvo un tiempo, pero no soporta el calor de San Diego. River dice que le ha hecho buena compañía a mi viejo y todos los domingos van de paseo a las secuoyas —el pequeño cuerpo de Lula se tensó antes de que soltara un chillido y se empujara recta hacia atrás. Hunter la sostuvo firme por la nuca antes de que empezara a llorar, pero para su sorpresa cuando la miró, la pequeña le regaló la risa más dulce y hundió el rostro en el pecho su papá—. Cuando crezcas un poco más te llevaré a ver los árboles más grandes —le prometió, fascinado por esos dos dientecillos que se le querían asomar.

No notó el momento en que la amiga de Talullah dejó de caminar detrás de ellos, simplemente se esfumó.

— No estoy bromeando —una sonrisa se le asomó a medio labio tras la última pregunta de la rubia—, escuchó mis primeros giggles y le gustaron. Es todo lo que sé —sólo de recordarlo se le ponía la piel como gallina.

(...)
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Negó con la cabeza y resopló, acomodándose la blusa, palpándose los pechos para asegurarse de que no se mancharía. Iba a rechistar, pero escuchó a Hunter hablar, como siempre hacía, y mientras tomó la pañalera, previendo que pronto tendría que cambiarle el pañal a su hija, siempre haciendo todo con ese ceño trágico fruncido.

—Pensé que Bub estaba con Ginny...

Dijo ausente, rebuscando algo al fondo de la bolsa, y cuando escuchó lo último se detuvo, levantó la mirada y buscó la de Hunter a través de los lentes.

—Estás bromeando, ¿verdad?

Contestó incrédula, y una sonrisa luchaba por asomársele. Talullah pataleó y gritoneó, emocionada por alguna razón que Tabatha no podía ver.
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(...)

— Debo ir a Tokio la próxima semana a continuar con un proyecto. No sé por cuánto tiempo, pero de allí volaré a San Francisco, para traerme a Bub de casa de mis padres—su perro; un labrador negro—, ya que pasaré una larga temporada en LA. Te vas a morir cuando sepas quién me invitó a cenar en Año Nuevo —tan sólo de recordarlo, lo embargó una gran emoción que no pudo ocultar por como sonrió—. Alan Menken quiere trabajar conmigo.
H1582131 · 31-35, M
Sus ojos aceitunados se entornaron detrás de sus gafas oscuras y un resoplido salió de su boca, haciendo un conteo mental hasta diez antes de responderle.

— Está bien conmigo —respondió tajante, palpando con suavidad la espalda de su hija—. No la voy a romper. Está segura en mis brazos —añadió, sintiendo cómo su hombro se humedecía cuando Talullah empezó a hacer burbujas con su boca y pataleaba, empuñando con todas sus fuerzas la camiseta de su padre. Hunter bajó la mirada para verla; con todo y la saliva desbordando de su boquita, sonreía. Y allí fue cuando notó un par de bultos en sus encías inferiores: estaban por brotar sus primeros dientes.

Miró a Tabatha de reojo y después perfiló el rostro para ver por encima de su hombro, encontrándose con que una mujer de color que caminaba a una corta distancia detrás de ellos, le hacía caras y pedorretas a la bebé con su boca, y por eso lo pellizcaba y babeaba ansiosa.

(...)
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—¿Que me relaje?

Era lo peor que le pudo haber dicho, y aquello se notó por el tono en el que lo dijo, por la forma en la que su mandíbula se apretaba mientras cuestionaba sus formas. Resopló entonces rodando los ojos al escuchar lo último.

—¿Sabes lo frágiles que son los bebés? ¿Leíste acaso alguno de los libros que te di? No me vuelvas a decir que me relaje.

Advirtió, terminando de arreglarse la ropa después de haberla amamantado, y sólo por eso no se la había arrebatado al ver cómo la sostenía.
H1582131 · 31-35, M
— No se va a romper, relájate —reafirma a su bebé, alzándola un poco más, para que la pequeña pueda mirar por encima de su hombro, cosa que parece gustarle por como sacudió sus regordetas piernas—. Cuando tenga más equilibrio de sí misma me la subiré a los hombros —murmuró, colando la nariz debajo de su gorrito blanco, para olisquearle la cabeza.

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