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H1582131 · 31-35, M
Intentó no darle importancia a su expresión de incredulidad. Él mismo se esforzaba por contener la risa y como respuesta a su pregunta, se limitó a apretar los labios, abriendo mucho los ojos mientras encogía los hombros.
De pronto se distrajo mirando a sus sandalias, si se mantenía agachado no la vería más. Y fue en ese momento cuando sintió la presión de su pañuelo siendo estirado, jalándole algunos cabellos en el acto. Abrió la boca y frunció el ceño, como quien estaba por quejarse, cuando se lo azotó contra la frente. La verdad era que no le dolió mucho más que el tirón a sus cabellos, pero la risa le ganó y se quedó sobando su frente.
— Estoy seguro —asintió con firmeza, intentando reacomodar el pañuelo como antes lo llevaba—. ¿Te parece bien el nombre? No sabía de qué otro modo llamarlo —carraspeó. Ambos parecían agradarse. Igual no pensaba devolverlo, el pobre animal estaba muy descuidado.
[...]
De pronto se distrajo mirando a sus sandalias, si se mantenía agachado no la vería más. Y fue en ese momento cuando sintió la presión de su pañuelo siendo estirado, jalándole algunos cabellos en el acto. Abrió la boca y frunció el ceño, como quien estaba por quejarse, cuando se lo azotó contra la frente. La verdad era que no le dolió mucho más que el tirón a sus cabellos, pero la risa le ganó y se quedó sobando su frente.
— Estoy seguro —asintió con firmeza, intentando reacomodar el pañuelo como antes lo llevaba—. ¿Te parece bien el nombre? No sabía de qué otro modo llamarlo —carraspeó. Ambos parecían agradarse. Igual no pensaba devolverlo, el pobre animal estaba muy descuidado.
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