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Rowan pronunció su postura.

—Es un viaje de ida y vuelta. Los videntes han hablado. Dan a conocer destrucción pero también tesoros. Los mismos que avisaste que existían aunque el peligro no los valiera.

—Así es: no los vale —confirmó.

El celador sonrió aun cuando este gesto no llegó a sus ojos. Era un gesto desafiante, rebajándose al nivel de un simple manipulador de tiempo y espacio. El guardián de portales sostuvo su mirada, permitiendo que Zhar intentara sacar algo más de ese desacuerdo de opiniones. No obstante, con un chasquido de dientes el mismo director de la Asociación Alois reanudó su marcha, dándole la espalda al puente de lo que necesitaba. El pelinegro siguió su figura con su mirada y comprendió una vez más que ese era el precio de los entrenamientos y de la aparente protección: convertirse en una marioneta más. Los pasos que diera para alejarse de ese nido de serpientes no terminarían por ser suficientes. No hasta que pereciera y reencarnara unos años después más lejos que antes. Más escondido que antes.

Zhar Lou volteó para dar frente a los dos portones que decoraban la salida de su sala. Sus manos se encontraban perfectamente sujetas en su espalda y su mirada fue de la puerta al reencarnado. Linden frunció el ceño y dedicó un par de maldiciones al vidente de los Herthar cuando ató los cabos en ese par de gestos. — ¿A quién más piensas enviar? — Rowan actuaba, en gran medida, con desinterés. Los planes del celador le iban y venían. También cuando lo incluían, pues se las arreglaba para jugar bien sus cartas y no perder absolutamente todo. No obstante, cuando habían más involucrados, el juego cambiaba. El guardián de portales repelía la compañía.

La ineptitud social poco tenía que ver.

¿La responsabilidad de la integridad de alguien más? Bastante.

Bane había asegurado que no había reencarnado más protector que él, dejando el hecho de que, literalmente hablando, cumpliera ese papel con el recipiente de Samael: guardián. Zhar mantuvo su mirada en el guardián un par de instantes, regocijándose en el desconcierto del manipulador de tiempo y espacio. La sonrisa, esta vez, sí llegó hacia sus ojos durante la trayectoria de estos hacia la entrada y salida de esa sala de reuniones.

—¿Crees que la asociación es la única entidad interesada en las riquezas de otras dimensiones, Rowan?

—Creo que la ambición puede cegar a más de uno. — Renegó el azabache.

—Puede ser. Como sea —el celador movió los hombros como desperezándose— están trayendo a una de sus armas para asegurar el éxito de esta misión. Sé que si fueras solo, traerías lo pedido aunque no en el tiempo estipulado y esa es una increíble ironía ya que se supone que tú manejas este. El manipulador de tiempo y espacio perdiendo la noción de ambos, tiene hasta cierta gracia en la oración.

—Estás hablando de mandar a alguien fuera de la asociación a una dimensión donde las alarmas ya han sido disparadas al igual que sus relámpagos. El cielo se rompe, Zhar. — Apeló al peligro de la situación para que el celador inspeccionara dos veces más la entera imagen. Rowan no tenía problemas en adentrarse en esos territorios, en llegar con las criaturas eléctricas de Druska. Los tratos eran lo suyo. Las treguas y coartadas. Con terceros era más difícil. Los peligros aumentaban. Comprometía a alguien más que él.

El carcelero lo observó una vez más. Expresión indescifrable incluida.

—Tú solo trae esas fuentes de energía. Que no te importe nada más. O que te importe, no me interesa.

Rowan cerró los ojos. E inspiró. El peso sobre sus hombros cayó sin piedad y el silencio se sumió en el lugar conforme esperaban a quien sea que Zhar Lou hubiera escogido condenar ese día solo por la ambición.