— Es lo único que puedo hacer por ti, Helios... Y rezar por el perdón de tu... alma — Una pequeña pausa evidenció la incomodidad del tacto masculino. — Podría enseñarte a rezar, pero debes prometerme que lo harás a diario. Y dejarás de... hacer daño —
Chasqueó la lengua, recargando su peso en el respaldo del sillón y dejó caer su mano en una de las piernas femeninas de manera casual. —No sé orar, tampoco sé cómo sentirme arrepentido por mis actos. Debes hacer más que eso para ayudarme, Helena. Vamos, esperaba más de ti como ángel.
— Debes pedir perdón por tus actos, sentirte arrepentido y confesar lo que has hecho... — Habló firme, pero a su vez con miedo, pues el recuerdo de Helios estrellándola contra la mesa se hizo presente. — Debes orar por tu alma, eso es lo más importante... y prometer que no volverás a dañar al prójimo... —
—He estado aburrido últimamente... Te permitiré intentarlo. Venga, Helena, dime qué hacemos primero en mi camino a la redención —la miró expectante, claro que para él todo era un juego y los intentos de Helena no se quedaban atrás. ¿Qué estaría dispuesta a hacer para liberar del pecado a un asesino?
— Ya te lo había dicho, quiero que vayas por el buen camino, pero pareces resistirte. — Entrecerró los ojos e infló ambas mejillas en un deje infantil — Nunca caería ante ti, Helios. No soy como tus otras mujeres —
—Sí, bueno. Eso no es lo que dice tu sonrojo. Posiblemente es tu naturaleza de ángel la que te impide caer por alguien como yo. O lo contrario, ¿será que quieres expiar mis pecados? —No se inmutó por el golpe, al contrario, le pareció gracioso verla luchar contra su tacto como si fuese a ganar.
— ¿Tus avances? — Mostró notable molestia con ese comentario. Utilizó la mano derecha para empujar la de él y deshacer el trazo en su piel — No juego a hacerme la difícil. Simplemente no me agradas del todo, Helios. —
—Eso no hubiera sido divertido —posó su índice en el pómulo femenino, delineando sin prisa la mancha rojiza que ahí se había formado. —No entiendo el motivo de tu resistencia cuando tu cuerpo hace visible el hecho de que te gustan mis avances. ¿Juegas a hacerte la difícil? Eso me atrae más.
Justamente Helena se sintió amenazada por la proximidad de Helios, mas no se le permitió alejarse. Colocó las manos en los hombros masculinos y empujó con algo de fuerza. Percibirlo alejarse, aunque le costara un mínimo grado de dolor, le llenó de alivio.- Podías aclarar mi duda de diferente modo... -Tenía las mejillas rojas, el rostro le ardía levemente.- Un sí o un no era suficiente.
Sonrió de lado como si se burlara de su suposición y, de inmediato, adelantó el rostro para plantarle un beso en los labios que lejos de ser breve se tornó más bien posesivo. Al suponer que ella se alejaría la sostuvo de la nuca con apenas un poco de fuerza; empero, no tardó en separar sus bocas por voluntad propia tras dejarle un par de mordidas en el inferior. —¿Eso te responde mejor?
