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AsLeer · M
—Aprende de esto, Helena, o podría no haber próxima vez —pese a que sus palabras eran duras y salían de su boca con dificultad, Varrik no deseaba regañarla, sino hacerla entrar en razón. Helena era demasiado amable, demasiado tierna, un ángel en toda la palabra y se había topado con un protector que más bien pecaba de haber salido del mismo averno; para sorpresa de Varrik solamente se necesitó un minuto para que Helios dejara de pelear, y qué suerte... No hubiera aguantado otro más. —Estás a salvo —resopló, soltando la madera y agitando después su mano para destensar los dedos que empezaban a atrofiarse por la fuerza impuesta. —Te enseñaré a identificar cuando él salga a la luz.
H1576413 · F
Agradeció, por primera vez, ser un ángel. Cualquier humana habría perdido la consciencia con tan estruendoso golpe. Pero, eso no evitó que el miedo desplazara su único asomo de valentía y se manifestara en un silencioso llanto. Tampoco iba a darle la satisfacción a Helios de escucharla sollozar.

Entonces, el tono socarrón y sádico de Helios se desvaneció; no supo distinguir con claridad si se trataba de Avicus o Varrik, pero verlo tan desesperado por aferrarse a la mesa le provocó preocupación.

¿Qué debía hacer? Su naturaleza dictaba quedarse e intentar ayudarlo; el miedo, por otro lado, la invitó a salir corriendo de ahí. Helena se enderezó con cuidado, limpió las lágrimas de sus mejillas y asintió. Hacerle frente a Helios sería inútil.

— Lo lamento... — Dijo con la voz temblorosa conforme se apartaba de la mesa y buscaba la salida de aquella inhóspita habitación.
AsLeer · M
Ella no lo sabía - ¿cómo podría, si era un ser puro? -, pero los gritos y esas expresiones de desesperación no hacían otra cosa que incrementar sus ganas de seguir haciendola sufrir. Aplicó más fuerza para someterla, empujándola por la espalda para obligarla a doblarse y pegar su rostro contra los papeles; no estaba siendo precavido y fue castigado por ello cuando Varrik le arrancó el sitio en la luz.

Fue un momento muy extraño, de pronto la fuerza que estaba poniendo en ella se fue y las manos que la sostenían pasaron a liberarla. Se escuchó un chasquido proveniente de la boca masculina que farfullaba cosas incomprensibles. —Vete ya, antes de que me desplace —advirtió, aferrándose a la orilla de la mesa como si la vida le dependiera en ello.
H1576413 · F
Esa era una lección que tenía bien aprendida por parte del cielo. Por la misma situación tuvo que huir a la tierra y, ahora, apuntaba a que debía huir otra vez.

Puso las manos sobre la ajena, moviéndose bruscamente e intentando que la soltaran, mas su fuerza no era equivalente a la de Helios. — ¡Ya suéltame! —

Intentó no ver las hojas, pero le fue tarde. Las fotografías se quedaron estampadas a su mente.

— ¡Déjame ir, Helios! —
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Era tan tierna cuando imploraba que casi no podía contenerse. Helios deslizó su mano del hombro de Helena hasta su delicado cuello, serpenteando para atraparla por el mentón y obligarla así a bajar la mirada hasta el papel. —Quiero que veas las consecuencias de tus actos, minina. Así sabrás que no puedes meterte en los asuntos ajenos y salir completamente libre —se acercó al oído femenino y, una vez sus labios acariciaron el lóbulo de la oreja, empezó a susurrar:—. Qué clase de persona sería yo si no te educo bien, ahora abre bien los ojos y presta atención.
H1576413 · F
|| HAHAHAHA. También yo. (?)

— Tú... — El estómago se le revolvió. De no ser por el semi abrazo de Helios, Helena habría escapado.

— Detente, Helios. Por favor — Imploró con miedo. No se atrevía a ver la colección de víctimas en la carpeta. — Quiero irme —
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[ Me estaba durmiendo cuando escribí eso, se nota. (?) ]

La expresión asustada de Helena le causaba un enorme placer; quería hacerla sufrir, retorcerla y corromperla... Pero se contenía por Avicus. Suspiró levemente al tiempo que tomaba asiento a un lado de ella y le arrebató la carpeta, abriéndola de par en par para colocarla después en la superficie de la mesa. —Pero si apenas empieza lo divertido, Helena. Quédate, podemos repasar juntos mis logros; quiero impresionarte —pasó su brazo por detrás de la espalda femenina y descansó su mano en el delicado hombro cubierto por esos mechones oscuros—. ¿Quieres saber cómo la maté?
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— ¿Qué es... todo esto? — Nombres, fechas, descripciones sacadas de un libro de terror. Debió hacer caso en no meterse donde no la llamaban. Las manos le temblaron un poco y por ello decidió cerrar la carpeta de golpe, evitando la mirada de Helios a toda costa. — Debo irme, dejé algunas cosas desordenadas en mi habitación —
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—¡Helena! Oh, encontraste el premio mayor —Helios sonrió de oreja a oreja, descomponiendo el amable rostro que solía mostrar Avicus—. Encontraste mis archivos... Tal vez veas cosas que no quieres ver por curiosa. ¿Cómo dice el dicho? "La curiosidad mató a la gatita".

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