— ¡Te juro que no es mi intención estar ocupada eh! Si por mi fuera ni siquiera estaría trabajando, ¡estaría disfrutando de esta estúpida nueva vida como demonio contigo! ¡PERO AH NO! Tenemos que rendirle cuentas a otro demonio porque TÚ aceptaste beber sangre y convertirte en uno. ¡Es tu culpa!

Odiaba cuando el demonio de pelos verdes le levantaba la voz, especialmente porque no estaba acostumbrada a ello; pues durante su vida como humanos el la malcrío consintiéndola en todo lo que ella quería dentro de sus posibilidades. La única persona que le había gritado fue aquel samurái que había terminado con su vida, por lo que representaba una ola de malos recuerdos que inundaban su cabeza. (+)