Seguía sentada en cuclillas en el borde de la ventana de aquella habitación vacía en una de las bodegas del distrito rojo, siendo este el lugar donde normalmente llevaban a algunas de sus presas para divertirse un poco; de este modo no llamarían tanto la atención entre los habitantes y visitantes, y solo se pensaría que sus víctimas renunciaron y se esfumaron de aquel lugar con algún hombre gordo de dinero que les prometía la mejor vida como las señoras a su lado.

Entró a la habitación y a paso elegante caminó hasta donde estaba aquella mujer, viéndola de pies a cabeza y aquella sonrisa divertida que le había causado su hermano al burlarse de ella, se tornó en una línea recta, ahora con una mirada seria y profunda que demostraba su molestia.

— ¿Por qué te adelantaste a traerla y no te esperaste a que la cazáramos juntos Onii-chan? ¿¡Acaso querías divertirte solamente tú con ella!? ¡Pues toma!

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