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SW-User
-Demasiada opulencia, elegancia, belleza sin igual. ¿Acaso había algo que el dinero no pudiera comprar? Grandes figuras de negocios, magnates, incluso algunos líderes de poderosas mafias que camuflaban sus actividades con negocios perfectamente legales y bien establecidos.
Era precisamente uno de ellos el que había ido a seguir a ese lugar.
Tenía una encomienda que cumplir y no fallaría en su intento, no esta vez.
Se abrió paso entre algunos caballeros que intentaron abordarla, pero su atención se había clavado en un caballero de traje blanco y corbata negra. El peinado relamido hacía atrás, le hacía ver demasiado "Estirado" para su gusto.
Apretó el bolso de mano y dejó caer las manos a los costados, pero justo antes de avanzar, una voz varonil la detuvo al hablarle desde atrás.
Entonces se giró.
Reprimió un jadeo cuando reconoció aquel rostro.
Porte elegante, voz seria y mirada fría. El recuerdo estaba bastante presente, pues fue precisamente esa noche cuando despertó su consciencia a su inesperada divinidad y por esa razón, pudo entender ahora el por qué de su pregunta.
Se giró con parsimonía, sonriendo encantadora para disimular aquella tensa reunión entre ambos. Extendió su mano -Muy occidental- para presentarse
—Podría decir lo mismo de usted. Saigo Amaie, ¿Con quien tengo el gusto? —y mantuvo la mano hacia a él. Recordaba de la última vez que lo vió en el estacionamiento de aquel restaurante, su forma indiferente de ser ¿Se atrevería a desairarla en ese lugar? .-
Era precisamente uno de ellos el que había ido a seguir a ese lugar.
Tenía una encomienda que cumplir y no fallaría en su intento, no esta vez.
Se abrió paso entre algunos caballeros que intentaron abordarla, pero su atención se había clavado en un caballero de traje blanco y corbata negra. El peinado relamido hacía atrás, le hacía ver demasiado "Estirado" para su gusto.
Apretó el bolso de mano y dejó caer las manos a los costados, pero justo antes de avanzar, una voz varonil la detuvo al hablarle desde atrás.
Entonces se giró.
Reprimió un jadeo cuando reconoció aquel rostro.
Porte elegante, voz seria y mirada fría. El recuerdo estaba bastante presente, pues fue precisamente esa noche cuando despertó su consciencia a su inesperada divinidad y por esa razón, pudo entender ahora el por qué de su pregunta.
Se giró con parsimonía, sonriendo encantadora para disimular aquella tensa reunión entre ambos. Extendió su mano -Muy occidental- para presentarse
—Podría decir lo mismo de usted. Saigo Amaie, ¿Con quien tengo el gusto? —y mantuvo la mano hacia a él. Recordaba de la última vez que lo vió en el estacionamiento de aquel restaurante, su forma indiferente de ser ¿Se atrevería a desairarla en ese lugar? .-