—Como digas, el tiempo... —de pronto, un violento dolor agudo la hizo soltar los tobillos del espécimen que jadeó de dolor apenas sus pies golpearon el suelo.

Amaie se llevó ambas manos a la cabeza, dejándose caer sentada en el adoquín, mientras intentaba aliviar aquel punzante dolor.

Imágenes de una vida que no recordaba haber vivido corrió por su mente, su voz no era su voz y sabía ciertamente que esas manos cubiertas de sangre tampoco eran las suyas. Era una escena similar a la que estaba viviendo, con un cadáver frente a sus ojos, pero ella misma había ejecutado a ese desafortunado. .-