-su cuerpo tremblaba por el dolor. Casi podría jurar que sus ojos se le saldrían de las órbitas.

Un intenso calor envolvió su cuerpo que se encendió por un aura purpúrea, energía totalmente opuesta a la que solía caracterizar a Amaie al invocarla para el manejo del viento y el hielo.

—Lo hemos hecho bien, hermano. La diosa estará complacida — Pronunció Amaie con voz agitada delante de Glask, pero en su cabeza, parecía hablarle a alguien más, alguien que alzaba su arma en contra de una mujer embarazada, a quien le atravesaba el vientre con una larga cimitarra. La madre se agarró el vientre, pero el líquido amniótico y la sangre brotaban de sus entrañas hasta que la mujer murió desangrada.

Amaie mientras tanto se agazapó contra el muro, manteniendo las manos en la cabeza, sin poderle responder a Glask, pues su mente realmente no estaba ahí.-

—Interesante.

Cualquier otro ser se habría sobresaltado, incluso actuado con preocupación y quizá hasta intentado ayudar a la joven; pero Glask reaccionó de forma harto distinta, dejando caer el cadáver al suelo sin ceremonia para erguirse y observar con evidente interés a Amaie. El sufrimiento ajeno podía ser una gran fuente de goce para él; pero más allá de ello, fue la curiosidad quien le hizo interesarse en la joven. ¿Qué acaso las creaciones de Khione no eran perfectas?

Glask intuía que había algo muy interesante detrás de esa súbita crisis, y se hizo el íntimo propósito de descubrirlo.

Dejó atrás el cuerpo para acercarse a Amaie con un andar lento que evidenciaba su falta de preocupación por ella; aunque su mirada transluciera interés, uno que no había mostrado antes.

—¿Qué sucede? No pareces estar bien.

—Como digas, el tiempo... —de pronto, un violento dolor agudo la hizo soltar los tobillos del espécimen que jadeó de dolor apenas sus pies golpearon el suelo.

Amaie se llevó ambas manos a la cabeza, dejándose caer sentada en el adoquín, mientras intentaba aliviar aquel punzante dolor.

Imágenes de una vida que no recordaba haber vivido corrió por su mente, su voz no era su voz y sabía ciertamente que esas manos cubiertas de sangre tampoco eran las suyas. Era una escena similar a la que estaba viviendo, con un cadáver frente a sus ojos, pero ella misma había ejecutado a ese desafortunado. .-

—Trabajar en equipo. —Repitió, y la sonrisa irónica en su rostro dejó ver lo que Amaie probablemente ya sabía: la mera idea le resultaba irrisoria. Glask creía no necesitar de nadie, y había dedicado su vida a asegurarse de ello.

No obstante, se colocó al lado opuesto del cadáver, levantándolo por los brazos sin esfuerzo ni cuidado; demostrando así que genuinamente no tenía el menor respeto por su flamante «espécimen», siendo solo un objeto más para lograr su fines.

—Tu ayuda me es conveniente, Amaie; pero no presiones tu suerte. —Al contrario de la chica, él pareció no tener que esforzarse en absoluto para levantar el cuerpo; remarcando así que si estaba aceptando la asistencia de la joven, era por mero capricho, y no por necesitarla en realidad. —Y yo te apoyaré cuando me sea conveniente; no creo que debas contar con ello en realidad.

—No en sí, pero... —

Aunque su relación era algo tensa, debía mantener la cordialidad, después de todo, ambos eran aliados por un mismo fin, servir a la diosa Khione.

Asintió mientras se colocaba la fina billetera bajo el brazo para disponerse a inclinarse para tomar el cuerpo de los tobillos.

—. . . ¿Acaso no deberíamos conocernos un poco más mutuamente para poder trabajar mejor en equipo?—Había perdido totalmente la elegancia cuando levantó los tobillos en su cuenta, mientras le señalaba la parte superior a su "espécimen" —Vamos! Sola no puedo. —

—¿Oh?

Terminó de limpiarse, pero el movimiento no evitó qué pudiese distinguirse un leve alzar de su ceja derecha ante la pregunta. ¿Amaie quería ayudarle? Esa sí qué era una sorpresa.

—No pensé que tuvieras interés en visitar mi laboratorio. ¿Acaso quieres comprobar por ti misma la clase de cosas que suceden ahí? Será un placer mostrarte, querida...

-Se podría decir que su sonrisa era demasiado... ¿siniestra? si, siniestra. Podía provocarle un pequeño estremecimiento.

Miró como se limpiaba la sangre, comprobando que él estaba intacto. ¿Se había preocupado? Posiblemente.

—¿Eso quiere decir que lo llevaremos? —Preguntó señalando el cuerpo agonizante de su víctima.-

—Respóndeme algo. —Dijo, con toda calma y sin borrar la sonrisa del rostro mientras tomaba el pañuelo. —¿Te parece que es mi sangre? Además, quienes pueden resistirse a mí suelen ser los mejores sujetos de pruebas...

—¿De qué te ríes? También estás sangrando.—Le extendió un pañuelo que sacó de su bolso. En el suelo, el cuerpo de un varón desconocido se retorcía de dolor por las heridas en su cuerpo.-