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—¿Quién dijo que eras tú el que se veía bonito? Hablo de las plumas, imbécil —chasqueó la lengua con evidente molestia, moviendo el brazo de forma brusca hacia ella luego de que la soltó—. ¿Por qué tengo que hacer lo que tú dices? ¡Debemos hacer lo que yo quiera! —volvió a tomar las plumitas y el collar, dándole golpecitos con los dedos para que se muevan—. No seas tan amargado, Grimmu, te vas a arrugar. ~
¿¡Y quién dice que pretendo verme bonito, cabrona!?
-Retrocede un par de pasos para posteriormente soltar la mano de la joven.- Hagamos un trato, si te regalo algo de todo lo que ando encima, ¿Dejas de intentar hacerme ver "bonito"? ¿Que te parece?
—¿Cómo que no puedo? Ya lo hice —sonrió confianzuda enseñando los pequeños pero afilados colmillos que poseía aunque se vio interrumpida luego de que la sujetara de la muñeca, refunfuñando con cierta molestía—. ¡No estoy arruinando nada! Es más, te estoy haciendo un favor. Al mover las plumitas se ve mucho más bonito que estando así, quietas.
No, no pue- -Fue interrumpido por la primera acción de la joven, frunce el entrecejo y muestra con ligereza sus afilados dientes por el atrevimiento de ella, con su mano diestra sujeta la muñeca de ella y la intenta apartar un poco.-
Espera, espera, no toques, arruinas todo, maldita.
—¡Tienes plumitas! ¿Puedo tocaras? —la pregunta estaba de más porque de todos modos lo hizo. También le jaló desde el collar—. Vistes demasiado extravagante, me dan ganas de jugar con todo.

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