GreciaDibertoly

Seguramente si le preguntásemos a la chica en un futuro por su pasado, episodios completos de su infancia quedarían estancados en su cerebro abotonando los sentidos de la chica. Con la simple palabra infancia memorias tortuosas llegaban a ella. Pero no todo era malo, por supuesto que no. Dentro de la vida hay luz y oscuridad. Como aquella vez que la infante de catorce años salió en la búsqueda del atuendo correcto para el performance que de manera voluntaria se vio obligada a realizar. Y únicamente por esa razón, en aquella ocasión, visitó el centro comercial y entró a una tienda de ropa. Pasarían dos horas después cuando con mucho esfuerzo encontró todo el traje finalizando con un particular sombrero. Y si viera el lado positivo, también se compró un libro. Entró al ascensor sujetándose el singular accesorio sobre su cabeza, recogiendo todo su cabello negruzco dentro de su superficie. Metió dentro de su desgastada mochila las bolsas con el traje azabache y sólo en ese momento de tranquilidad se permitió adorar las páginas nuevas de su futura lectura. Y hubiera seguido igual de placentero y tranquilizante de lo haberse visto interrumpido por la rubia acompañante de ascensor.

Con lentitud movió su rostro para fijarlo en el ajeno. ¿Rojo? ¿Zapatos? Rápidamente desvió su mirada a su calzado viendo los tenis desgastados y de nuevo, la alzó. —Supongo que si, quedaría.—, consintió con un asentimiento de cabeza. Después se permitió ladearla un poco ante la disculpa implícita y sonrío negando con la educación poco vista en alguien de su edad. Su voz grave e infantil se hizo notar nuevamente en el espacio. —No hay que sentirlo. Y gracias por el cumplido... ¡Tienes una bonita nariz!— añadió con la sonrisa. Sabiéndose correspondida, dirigió su vista al libro por última vez.

Outside.— El placer es mío, gracias. Espero se encuentre bien.