---¿Quién osa nombrar lo impronunciable? ¿Acaso no puedes reír, en tu vasta ingenuidad, cuando las estrellas dan a luz a todos tus sueños perpetrados por tus putrefactos dientes? Sabemos que tu lloras, lloras, lloras por nuestra causa. Tú, vestido de impolutas ofrendas, ¿dónde masturbas la gracia de tu remembranza? Sé honesto, ¿quién será el valeroso caballero que te liberará, con su luz, de tus morales cadenas? Basta verte, hinchado, macilento, en ese arcoíris de redención hecha añoranza con las que pretendes rezarle al payaso coronado; la neblina de tu ingenio.