— Yeah.. ! — Murmuró para sus adentros, agitando su puño como si acabara de presenciar un milagro. Una en un millón, así la podría describir a ella. Con esa voz de seda. — ¡Linda no, lindísima! Kawaii. Podría escuchar tu voz todo el día, toda la noche. Pero sin que te canses, obvio. Copito de nieve. — Buscó su mirada, agachándose incluso más para ello.