— ¿Aunque no sea buena hablando? ¿O a veces no sepa que decir? — Tanto afecto era sobrecogedor y difícil de procesar para la yokai, que además tenía ansiedad social, como agradecimiento a sus palabras siguió acariciando, ahora ambos cuernos y después bajó sus manos a su cabello albino como el de ella. — Oni es muy amable...
— Yeah.. ! — Murmuró para sus adentros, agitando su puño como si acabara de presenciar un milagro. Una en un millón, así la podría describir a ella. Con esa voz de seda. — ¡Linda no, lindísima! Kawaii. Podría escuchar tu voz todo el día, toda la noche. Pero sin que te canses, obvio. Copito de nieve. — Buscó su mirada, agachándose incluso más para ello.
— ¡Oh! y brilla... — Pestañeó varias veces y ahora acarició con delicadeza y sensibilidad ese cuerno, que por cierto alumbraba a su alrededor, ella estaba realmente sorprendida. — A-Ara, ara... —Trató de repetir esa palabra, aunque claramente apenada, bajó la mirada — No pienso que sea algo lindo...
Hizo una cara de completa relajación, es como si le acariciara detrás de las orejas, el mismo efecto. El brillo era más intenso a esas horas de la noche. — Dijiste.. ¿"Ara"? Que linda, no puede ser... ¡Dilo otra vez! ¡Vamos! —
— ¿Puedo? — Un poco dudosa va acercando su mano derecha para tocar aquel cuerno, el cual era firme y muy liso, le sorprendió sentir tal textura, como marfil. — Ara... Parece una piedra preciosa. —
Se agacha para estar a su altura, bajando su cabeza. Puede notar las ansías que tiene por tocarlos. — Esa es una buena teoría.. ¿Por qué no compruebas por ti misma?
