26-30, M
El jefe de la Yorozuya. ¡Hacemos de todo! ¡Sólo déjalo en nuestras manos!
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YuiK1533361 · 26-30, F
Abrió la puerta de la cabaña junto a un lago, extrañada de que allí llegase gente aún. La muchacha iba llegando del instituto así es que al parecer el joven había tenido suerte de encontrarla allí. En ese lugar provisorio era que vivía mientras pudiese encontrar algo más cercano a la ciudad, pero se le hacía dificultoso tener que lidiar con todos los quehaceres, el instituto y el arduo entrenamiento en el dojo del otro lado del lago así es que puso un anuncio en el centro un par de días atrás a ver si alguien atinaba a llegar pero jamás pensó que fuese tan rápido, no se lo esperaba.
Muchacha de unos 16 años aparentes, melena celeste cuyas puntas más largas rozaban lisas sus hombros, de apariencia y ropas pulcras, rostro inexpresivo adornado en blanco con su piel, y por un vívido azul en sus ojos.
- Ah, ¿Eres el del aviso? ... - Miró su apariencia, y no parecía para nada un sujeto que fuese a limpiar algo, pero no le importó; era ayuda y la necesitaba. - Adelante pasa por favor Sakata-san. Mi nombre es Katai Yui, espero que no te importe demo, necesito ayuda con los quehaceres de esta casa, por eso puse el aviso. - El interior era de dos ambientes, amplio, de unos setenta metros cuadrados con el baño apartado en conjunto con la habitación principal, que tenía una vista privilegiada a las aguas y al paisaje del otro lado. Todo era rústico y parecía tener poco uso pero a la usanza oriental. O la chica no se la pasaba allí nunca o definitivamente era una construcción nueva. Sin embargo parecía tener todas las comodidades necesarias, desde luz hasta agua caliente y televisión, vieja, polvorienta y apagada, pero la había.
Le dirigió hasta la sala-comedor, tomando asiento de rodillas en una de las esteras tatami, viéndole, haciéndole un gesto para invitarle a sentarse frente a ella.
Muchacha de unos 16 años aparentes, melena celeste cuyas puntas más largas rozaban lisas sus hombros, de apariencia y ropas pulcras, rostro inexpresivo adornado en blanco con su piel, y por un vívido azul en sus ojos.
- Ah, ¿Eres el del aviso? ... - Miró su apariencia, y no parecía para nada un sujeto que fuese a limpiar algo, pero no le importó; era ayuda y la necesitaba. - Adelante pasa por favor Sakata-san. Mi nombre es Katai Yui, espero que no te importe demo, necesito ayuda con los quehaceres de esta casa, por eso puse el aviso. - El interior era de dos ambientes, amplio, de unos setenta metros cuadrados con el baño apartado en conjunto con la habitación principal, que tenía una vista privilegiada a las aguas y al paisaje del otro lado. Todo era rústico y parecía tener poco uso pero a la usanza oriental. O la chica no se la pasaba allí nunca o definitivamente era una construcción nueva. Sin embargo parecía tener todas las comodidades necesarias, desde luz hasta agua caliente y televisión, vieja, polvorienta y apagada, pero la había.
Le dirigió hasta la sala-comedor, tomando asiento de rodillas en una de las esteras tatami, viéndole, haciéndole un gesto para invitarle a sentarse frente a ella.