/Una cosa era mencionarlo, pero escuchar tal afirmación llegar de sus labios, de algún modo hace que su pecho sienta calidez.
No apartó la mirada, por el contrario, se inclinó suave hacia ella.

Solo quería escucharlo... Después de todo, te has vuelto muy importante, para mi.

—Rueda los ojos, después libera una risita. Otra vez con el infierno, pensó en burla.
Se acurruca en ese brazo que le rodea, mirándola fijamente.—

No voy a pisar ese lugar. Tengo todo lo que quiero aquí, ¿entiendes?

Pffft-.

/Complicado tener que mantener la compostura e ignorancia habitual. Era un momento adecuado para rodear a Gazella por sobre los hombros. Aún le parece curioso la manera en que atraía su interés, más que cualquier otro ser.

Sí, puedes serlo. No cambies nada de ti... Excepto la idea de querer ir al infierno.

¿Ya ves, Anna? Soy lista y madura.

— Acomodó el sombrero en su cabeza, bastante animada porque era una de esas pertenencias que Silvanna usaba a diario. Su sombrero, que tan atractiva le hacía ver.—

Oh gracias.~ Entonces puedo ser la misma idiota de siempre, ¿no?

Eso es cierto, no lo tomé en cuenta.

/Pudo sonreír por lo bajo, y una vez encontró comodidad sobre el asiento, tomó su sombrero para ponerlo en la cabeza ajena.

No lo hagas, te ves mejor siendo tú misma.

Ser apasionada no me vuelve inmadura.

— Sonrió, al tiempo que alza sus hombros despreocupada. Sin afán de pelear; se veía tranquila.—

¿Es que acaso debo tener cara de piedra?

A veces no lo demuestras, querida.

/A paso lento es que fue a tomar un lugar a su lado.

¿Parezco? Soy.

Ahora sí pareces una mujer madura.