/Quedó pensante solo unos segundos. Bien era cierto que conoció demonios quienes buscaban su cuerpo inmortal, siendo vista como una amenaza desde su punto de vista; o al menos, así fue hasta ese pequeño momento dado por la pelirroja. El arma fue retirada con un movimiento, y la sangre pudo manchar su cuerpo por breve tiempo, pues la herida estaba siendo cerrada.
Codiciada... Sí, aún así, nada ni nadie podrá hacer algo contra mi existencia.
¿Cómo que no? De todas formas... ¡Ah! ¿¡Qué haces!?
— Una sorpresa que la dejó helada, con los ojos bien abiertos sobre el arma incrustada en su pecho. No era tan ingenua para pensar que se trataba de un truco, verdaderamente esa mujer se había apuñalado así misma. Instantes de shock que van desapareciendo, dando lugar a una sombría sonrisa, y el regocijo de sus mejillas pálidas.—
Permitir... Aún si lo hicieran, realmente no podrías.
/El anuncio llegó con Silvanna sacando uno de sus sables de la vaina. Con maestría balanceó el arma entre sus dedos y, finalmente, se apulañó con esta en el pecho, justo sobre el corazón. Ella permanece inerte, carente de mueca o dolor.
