El broche de oro fue el pisotón que le dio. [?] Como respuesta era simple, pero contundente, de modo que cumplía con su función.

—Ya cierra la boca, Gaudy... —se llevó una mano al hombro para amortiguar el dolor del músculo. Se sentía como un aguijonazo, como algo punzante clavado ahí mismo. Hizo rotar el brazo un par de veces; ya casi conseguía estirarse lo suficiente para quitar el entumecimiento— ¡Al menos deberías tener un mínimo de delicadeza! —¿Sería posible que ese tonto cabeza de mosquito [?] ni siquiera supiera de qué estaba hablando?