La noche en la ciudad siempre a sido tan calida, ordenada y llena de brillo, tal cual la casa dorada donde los montones de Moras reposane n custodia por la geormada.
Subio las escaleras y se detuvo solo para ver a los ultimos vendedores guardar sus puestos. Suspiro entretenida mientras se recargo con cansancio en el barandal sin darse cuenta que un hombre de vestidura marron la acompañaria esa noche.